El camino se le vio bloqueado en cuanto dicha explosión contraataco directamente en sus narices, por mero instinto el gigantesco primate había retrocedido un salto no queriendo así poner en peligro a su master que iba en su lomo, la cual no podía distinguir del todo que era lo acababa o empezaba a acontecer. Chasqueó la lengua con obstinación, odiaba que le tomasen el pelo y aquel hombre se las ingenió para librarse de una fractura segura. Lau Jimin alzó el hocico hacía arriba como si presintiese algo, de la misma forma que antes era él quien intuía la siguiente acción del enemigo, Klaud prestó atención a esto intentando descubrir que era eso que ella no podía ver ni sentir y su mascota al parecer podía percibir – ¿de que…puede tratarse?
Entonces a sus pies el agujero apareció y ambos sintieron como sus cuerpos eran jalados hacía abajo por la misma acción gravitatoria, y en medio de la confusión dos árboles iban a impactar como sello de aquella sepultura. Antes de que estos cayesen, la bestia no se permitió ser alcanzada por el impacto, tomando con ambas manos las copas de dichos pinos para luego quebrarlas desde un extremo del tronco. Se deshizo de los restos dejándolos caer, al alzar la mirada se encontraron con el mismo sujeto impulsándose para un ataque directo, a lo que rápidamente reaccionó el primate por mero instinto tomándole de un manotón entre sus fauces y presionándolo como si de una esponja se tratara. La rubia observaba con atención como el sujeto se retorcía en el apretón de su bestia anti-akuma, hasta los momentos Xnipek se había basado en el elemento sorpresa para atacarlos y ahora este iba directamente a sabiendas de que ella le esperaría para reventarle los huesos con la brutal fuerza de su simio. La conclusión empezó a saltar a la vista, un par de piezas mecánicas empezaron a desprenderse de aquella presa mientras el aullido de dolor que desgarraba su garganta tomaba otro sonido… explotó, no como un cuerpo humano, si no como una máquina de destrucción humana. Un akuma.
- “Diablos” – escupió la general comprendiendo lo que realmente había pasado. El Noé se había escabullido y dejado un falso sustituto, y ahora sabría donde era que se escondía. Queriendo colaborar con su dueña, la bestia aspiró varías veces para encontrar algún rastro de olor que dejase el individuo, dos veces se dilataron las ventanas de su hocico hasta que señaló con la mirada un salvo rastro de olor muy tenue, y seguido de aquello se escucharon unas lejanas explosiones, seguramente de los akuma con los que luchaba Leandro… sus ojos se abrieron ante el giro de sus propios pensamientos ¡Leandro!
- “Tenemos que alcanzarlo, Lau Jimin” – dijo resuelta. La bestia comprendió sus intenciones como si ambas mentes funcionasen en sincronía, y emprendió una corrida veloz a través del bosque en cuatro patas, a la vez que la domadora se sujetaba a su hombro con el cuerpo inclinado hacía abajo para evitar las ramas de los pinos y árboles desnudos por el invierno.