En Barcelona - Cross Road's

El chico se quedó callado unos segundos, como si no pudiera crer lo que veía. Rodrigo ya creía que se había equivocado, cuando el chico habló.

-¿Inocencia?

Inocencia... Parecía que no se había equivocado. Así lo llamó el monstruo en que se había cinvertido su madre. Eso le convenció de que estaba en el sitio correcto.

-Y...¿Que son esos monstruos llamados... Akuma? ¿Porque solo puedo matarlos con estos guantes?

Respuestas... Eso es lo que llevaba buscando tantos años. Y sentía que las tenía cerca. Por su madre. Al fin sabría que la ocurrió.

Rodrigo escuchó atentamente las palabras de Allen. La parte de los Akumas le sobrecogió. Eso... ¿era eso lo que le había ocurrido a su madre? ¿Tan mal se sintió por el asesinato de la abuela que hizo eso? La pena y la rabia le invadieron , y una lágrima le empezó a caer del ojo, pero se apresuró a limpiarsela. No era el momento de llorar a los muertos. Ya lo haría después.

Cuando el chico empezó a hablar de la Inocencia, lo que sintió fue un poco de incredulidad. El poder de Dios, ya. Y el un Exorcista, nada menos. Pero, por rara que fuese, explicaba un poco el porque de la cruz en sus guantes. Porque eso era una cosa que no le cuadraba.

Al final el chico se levantó y le extendió la mano.

-Aaah, disculpa, creo que no me he presentado antes. Yo soy Allen Walker, un Exorcista de la Orden Oscura. Encantado de conocerlo, Rodrigo-san.

Rodrigo se quedó unos segundos paralizado, y luego reaccionó.

-Perdona, estaba... digiriendo lo que me has dicho.- Extendió también su mano, mientras el guante de ella se disolvía y se convertía de nuevo en la pulsera.- También mucho gusto en conocerle, Señor Walker. Y muchas gracias por responder a mis dudas, aún siendo un perfecto desconocido.

Ahora el punto era ¿que iba a pasar a partir de ese momento?

Rodrigo se quedó callado unos instantes, pensando en lo que le había dicho.

-No tengo ningún inconveniente en acompañarle. Llevo vagando varios años, buscando respuestas. Ahora que he encontrado lo que buscaba, no tengo ningún otro sitio al que ir, después de todo. Y si necesita que le ayude en algo, solo tiene que decirlo.

Además, tampoco es que tuviera muchas mas opciones. No se hacía ilusiones sobre si mismo. Sabía que el solo no podía hacer practicamente nada. Había visto a los akumas. Lo mas cercano a que se podía describir era que salían como setas. Contra eso, lo que podía hacer era prácticamente nada. Asi que mejor unirse a esa Orden Tenebrosa o lo que fuera. Aunque no acababa de fiarse del todo. Allen era sin duda sincero en la mayor parte de lo que había dicho, pero tras haber visto durante años trabajar a su padre, no se fiaba de ninguna organización, o, mejor dicho, de los dirigentes de esas organizaciones. Pero ya vería cuando llegara. De momento iba a acompañar a Allen a su aventura a París, aunque le parecía que iban a pasarle unas cuantas cosas allí bastante entretenidas de ver. Si señor.

Rodrigo también se sentó en los asientos acolchados del tren, enfrente de Allen. El chico se quedó dormido al poco rato, mientras que ese bicho raro dorado suyo volaba por encima. Se le puso delante unos momentos, como si fuera un pajarillo curioso.

Pero al poco se apoyó en la cabeza de su dueño, como si fuera su nido. Y Allen estaba tan dormido que ni se enteró.

En cuanto a Rodrigo, echó la cabeza para atrás. Recordó todo lo que le había dicho Allen de los akumas y la inocencia. De momento, no tenía ninguna razón para dudar de el, asi que daba la información por buena. Y así había logrado reconstruir lo que había pasado.

Las lágrimas de pena por su madre y su abuela empezaron a fluir por sus mejillas, aunque no hizo ningún ruido para no molestar a su compañero de viaje. Lloraba no solo por ellas, sino también para limpiar una amargura y una incomprensión que habían durado largos años. Al fín podía dejar de atormentarse y culparse por ese asunto. No había matado a su madre, había salvado el alma de su abuela.

-Gracias, Allen, gracias.- Murmuró el hombre.

[Off: Todo tuyo]

[Off: Aquí le seguimos ^^]