Mision Nueva Guinea - Yoruichi & Joseph Archer

El entusiasta chico seguía demasiado aturdido por aquella experiencia inter-dimensiones como para prestar el debido interés a su propósito iniciarl, pasar de un continente a otro en cuestión de segundos era algo completamente maravilloso. Aún así intentó mantener su relajada imagen, siendo que dentro de su subconciente había toda una fiesta.

-Eso estuvo increíble -musitó Archer para luego recobrar su compostura.

Pocos segundos después de que hubiesen salido la puerta del Arca se desvaneció con el viento. Se encontraban ahora a pocos metros de la entrada de una ciudad sub-desarrollada, se veía fácilmente como abundaban pequeñas chozas pésimamente construidas y a lo lejos una mansión se opacaba ante el panorama.

-Si bien recuerdo, tenemos que saber que esta pasando aquí con el terrateniente, ¿no es cierto?

Era mas que obvio lo incrédulo que era Archer en aquel momento, no tenía mucho sentido preocuparse por todo pero por lo menos deseaba saber lo escencial.

[Ops, perdona ^^U]

-Si bien recuerdo, tenemos que saber que esta pasando aquí con el terrateniente, ¿no es cierto?

Miró hacia ambos lados antes de contestar a Joseph Archer.

SHIHOUIN YORUICHI:- Creo que así es, Joseph. Sería bueno investigar un poco antes de pasar realmente a la acción- consideró ella mientras el haori, la gabardina, la larga bufanda blanca de seda y la larga cabellera. Para esta misión, bajo el uniforme reglamentario llevaba el de Líder de los Ejecutores, caracterizado por llevar los hombros y las espaldas al descubierto, a su pesar que había abandonado el cargo; le gustaba llevar ese uniforme, pues era perfecto para el uso de artes marciales y demás habilidades Ninja, así como caminar con bastante rapidez, en sigilo, dar grandes saltos y así atacar por sorpresa, el asesinato silencioso, espionaje, reconocimiento de guerras y guerrillas.. entre otras funciones. Era posible que quedasen Ninjas y que se hubiesen trasladado a China, a Corea o a algún país europeo por cualquier cosa, a sabiendas de que aún exisían ninjas, ya que por ahora la era actual era entre el Periodo Edo (1603 a 1868) y el Periodo [o Era] Taishô (desde mediados de 1912 a finales de 1926) [Dato importante, ya que, la época en la que estamos en DGM es finales del siglo XIX y el Periodo Edo por lo menos se aproxima a la misma.]. No obstante ella no se sentía esperanzada de ello, ahora que era una Exorcista, una servidora de Dios.

El día estaba a su máximo apogeo, era una tierra concurrida y llena de pobladores que hacían transacciones de todo tipo. Todo un mercado viviente.
Joseph se abrió paso entre la calurosa zona, sin sudar un poco, al vivir en un lugar tan árido como Turquía uno se acostumbraba al calor y las multitudes, después de todo este exorcista había él mismo adaptado las mangas de su uniforme y en vez de zapatos cerrados había usado -descaradamente- unas sandalias sin más.

-Este lugar es tan pobre como sus habitantes -generalizó Archer con desdén. -No entiendo como es que puede haber una casa tan lujosamente construida haya arriba. Es a donde debemos ir, supongo.

Volteó la vista hacia donde su bella compañera y le lanzó una sonrisa divertida y un movimiento de cuello, indicando que deberían comenzar a caminar o pronto tendrían que lidiar con comerciantes efusivos.

-Sigamos caminando~

-Este lugar es tan pobre como sus habitantes -generalizó Archer con desdén. -No entiendo como es que puede haber una casa tan lujosamente construida allá arriba. Es a donde debemos ir, supongo.

Observó que Joseph le dirigiía la mirada a la silenciosa y hermosa mujer-Sigamos caminando~-que enseguida fue sacada de su ensimismamiento y le devolvió la mirada a Joseph, al que le comentó, tranquila y pausadamente, así como pensativa y gentilmente.

SHIHOUIN YORUICHI:- Igualmente supongo que el terrateniente deberá residir en esa mansión y allí deberemos investigar, tras averiguar el camino hacia allí- Continuaba caminando con su compañero- Creo que será bieno separarnos para poder investigar mejor en el pueblo, ¿no crees?- expresó agudamente

A Joseph le sorprendió un poco la propuesta tan repentina de la joven Paine, separarse no siempre era la mejor opción, pero dado el caso y en un lugar tan grande lo más preferible era el terminar todo de la forma más rápida posible. Cubriendo el sol con su palma extendida el joven bronceado volteó hacia donde yacía la gran mansión y calculando como llegar ahí.

-Me parece bien, intentaré llegar a la mansión y encontrar a alguien con quien hablar mientras usted consulta con la gente del pueblo.-Joseph tomó la mano de su compañera y le dio un leve beso, algo tal vez inapropiado más a Archer no le importaba del todo.-Nos veremos aquí mismo en tres horas, lo peor que nos podría pasar es perder comunicación.


Y sin más que decir se llevó las manos a los bolsillos y se alejó caminando con un paso relajado hacia donde el terrateniente debería de estar.

(El nombre de la Exoorcista es Yoruichi, no Paine ^^)


-Me parece bien, intentaré llegar a la mansión y encontrar a alguien con quien hablar mientras usted consulta con la gente del pueblo. Nos veremos aquí mismo en tres horas, lo peor que nos podría pasar es perder comunicación.

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Iba preguntando cordial y amabemente, siendo ella misma en todo momento, no olvidando cuál era el objetivo de la misión en sí.

Comprendía el gesto de las gentes, pues no deseaban decirle el camino hacia la mansión y a veces la tachaban de curiosa.

Mas estaba apunto de rendirse cuando una niña de corto cabello castaño se le acercó cuando estaba tomando un descanso.

-- Supongo que nadie lo hará-- le dijo la muchacha a la peliceleste cuando ella se asentaba en una de las escaleras de entrada a una posada.- Creo que algunos tienen algo de temor al nombrar al Terrateniente y a su mansión. Verás, al llegar al camino de la colina de enfrente tomas el camino de la derecha y sigues recto, montaña arriba- le explicó la niña, lo que Shihouin Yoruichio se levantó y agradeció las explicaciones de la chica con una sonrisa amable, tras lo que siguió sus indicaciones, aunque estuvo esperando en donde había acordado con Joseph, con el que acordó reencontrarse allí con él.

SHIHOUIN YORUICHI:- Gracias por todo ^^- le sonrió la mujer peliceleste antes de marcharse

Por su lado Joseph Archer se había abierto camino directo hacia la mansión, o por lo menos caminando derecho hacia donde el edificio se manifestaba. Siguió sus meros instintos, virando donde creía conveniente y sin perder la vista de su objetivo en ningún momento. Al final de cuentas Archer se perdió sin remedio.

-Rayos... debí de haber pedido indicaciones ántes de terminar aquí. -el pobre peliblanco se encontraba perdido en un pueblo solitario casi a las afueras de la ciudad- Tse~ -se quejó.

Rascó un poco su nuca, lo estaba estresando el estar perdido en un lugar desconocido y sin rastro alguno de siquiera un alma que pasara por ahí. El lugar era sombrío; las casas estaban casi en ruinas y los caminos no parecían haber sido arreglados en varias décadas, ya siquiera podía ver la mansión que tanto había estado buscando. Volteó a su derecha, volteó a su izquierda, no podía hubicarse sin un mapa y brújula.

-Me pregunto si la señorita Yoruichi habrá podido hablar con el terrateniente.-Joseph estaba a punto de dar media vuelta cuando comenzó a escuchar murmullos a unos metros de donde él estaba. Rápidamente buscó esconderse tras una recopilación de baldes y costales.

A lo lejos pudo ver como varios hombres uniformados se reunían y daban paso a varios camiones cargados con más militares armados hasta los dientes. Cierto que eso le trajo recuerdos de sus días en el ejército, pero tambien una incertidumbre. ¿Que hacían esos hombres en un pueblo tan calmado como lo parecía ser? ¿Una Guerrilla, golpe de estado, preparaciones para una guerra a otro país? Fuera lo que fuera tendría que averiguarlo lo ántes posible.

Aventurando a decirse que algo estaba a punto de pasar, Yoruichi no se quedó esperando, sino que se dirigió hacia la colina, tomó el camino de la derecha y siguió cuesta arriba, todo recto, para dirigirse hacia la mansión dle Terrateniente, para intentar hablar con él sobre lo que tramaba.

Por otro lado igualmente se preocupaba por su compañero y amigo Joseph Archer y se preguntaba si éste estaba bien.

Un extraño sonido alertó a la peliceleste, sacándola de sus pensamientos. Yoruichi posó su diestra sobre el mango o tsuka de su larga ôdachi y la siniestra en la saya o vaína de la misma, deteniendo sus pasos. Decidió ocultarse subiéndose a una rama de un árbol, a distancia prudencial de dos Akumas de nivel uno que pasaron por allí.

Como experta en el ocultamiento y en el asesinato silencioso, se zambulló rápidamente contra los Akumas que pasaban por allí, sin hacer ruído alguno, y realizando un tajo horizontal sobre ambos, y seguidamente limpió el filo de su larga espada de la sangre de Akuma, tras destruirles y dejar que explotaran en la alargada hioja de doble lámina.

SHIHOUIN YORUICHI:- Vaya, me tendré que dar prisa, si deseo hablar con el Terrateniente- se dijo a sí misma, tras lo que envainó su larga espada al cinto, y de nuevo saltó a la rama donde estaba antes, comenzó después a subir senda arriba mediante el bosque intermedio.

Una puerta negra se abrio en mitad del bosque del lugar de la mision en Nueva Guinea.El aura de maldad que rodeaba al Noe que salio de la puerta del arca oscura de Noe embriago el entorno con un apice de maldad.El noe Zeon de 10 años descendio al suelo con la capa ondeando sobre su cuerpo cunriendole por entero.Al instante percibip la fuerte emnergia del paramo de alrededor

-Es aqui sin duda.Mi objetivo se cumplira seguro

El pequeño Noe se movio deprisa entre los arboles y atisbo el sombreado territorio del terrateniente del lugar.Era hora de salir de busqueda

Habían pasado varios minutos desde que -a pesar de que los hombres armados ya se había dispersado- Joseph seguía oculto tras los baldes y costales que le sirvieron como cobertura en aquel lugar tan extraño. Volteó a la lejanía y no vio mas que un terreno desierto, los límites del pueblo, contrarios a por donde habían llegado ambos exorcistas.

-Hace un calor de los mil demonios -se quejó; hacía tiempo que no lo hacía.

Tanto esperar y tantas dudas en la cabeza también le estaban molestando; no había más remedio que seguir sus pasos de regreso e intentar encontrar a algún lugareño que le ayudara a buscar el camino hacia la casa del terrateniente. Cosa que debió hacer en primer lugar.

Se levantó desde detrás de su escondite y estiró las piernas un poco, sacudió el polvo que había quedado en su pantalón y se dispuso a girarse cuando percibió movimiento cerca de él. Sus sentidos tal vez no eran tan agudos pero si su curiosidad, se volteó y entrecerró los ojos esperando ver mejor. Nada.

-Debo de estar alucinando -rascó su cabeza con pesar y continuó con su plan.

Varios minutos pasaron desde partiera hacia el escondite del Terrateniente, en la cima de aquella colina, aunque, por el sonido que había escuchado tras de sí, debía de darse prisa, puesto que sentía una presencia enemiga.

Se detuvo en pie, más cerca de la fortaleza en la cual vivía el Terrateniente. Mas no se debía de dejar ser vista por nadie, es decir, que se debía mantener oculta, en silencio, sin levantar sospechas ante el enemigo. [esto es que ni el Noé me ve xD]

Estuvo esperando a su compañero por si éste aparecía.

Con los ánimos por los suelos y una actitud haragana Joseph Archer siguió su camino por las afueras de la ciudad, entrar en ella solo haría que se perdiera más. No hubo mucha actividad, pocas personas se asomaban a verle con curiosidad y expectativa y una que otra le fue útil para ubicarse y estar cada vez más cerca de la casa del terrateniente. Por lo menos el moreno había aprendido algo, la gente puede ser útil.

-Bien, no hemos progresado del todo -musitó. Había pasado ya medio día y aún no había siquiera llegado a su destino. Muy mal para ser su primera misión.

Al subir por unas escaleras pésimamente construidas hacia la colina donde se suponía el terrateniente vivía pudo escuchar algunos gritos tras de él. Esos gritos eran fácilmente reconocibles. Akumas. Volteó la vista y vio solo a un par de ellos, era como si hubiesen perdido el control y comenzaban a atacar lo que tuvieran a su paso; Joseph debía de volver su camino y destruirlos o continuar hacia la fuente de todo esperando que nadie resultada herido.

-Maldita sensibilidad -Eligió la primera.- Bajó las escaleras dando zancadas grandes entre escalón y escalón mientras que desde su espalda tomaba su ballesta, apuntándola hacia enfrente, esperando llegar a tiempo.

Continuaba yendo de árbol en árbol, de salto en salto, sigilosamente hacia la guarida del Terrateniente, antes de que el enemigo la alcanzase, y se detuvo en otro de los árboles de cerca de la guarida del dicho Terrateniente, donde finalmente esperaría a su compañero, Joseph Archer, a quien le comunicó su posición mediante el golem, susurrando en bajito para que nadie pudiera escucharle..

A pesar de ser un novato en cuestión de Inocencia, exorcistas y Akumas, Archer era uno de los mejores soldados en su división y el usar la ballesta para tomar enemigos por sorpresa en terrenos desfavorables era para él como un juego de Escondidillas para niños.

-¡Sorpresa! -gritó Archer cayendo desde un techo hacia donde uno de los Akumas, desde ahí disparó directamente a su compañero y luego hizo explotar al mismo al cual estaba montado. Justo como la primera vez.

Archer se regodeaba con un éxito tan sencillo, los nivel uno eran solo peligrosos cuando estaban en número. Sonrió despreocupado y con la mirada recorrió cada rincón del pueblo. No había alarma. A pesar de los constantes ataques de los akumas no transitaba ni un alma por aquel lugar, era como si todos estuvieran en otro lugar.

-Sospechoso... -habló para si mismo mientras arreglaba su peinado con una de sus largas manos. Fuera como fuera el moreno no perdía su narcisismo. Pasaron segundos antes de que el gólem de su compañera le localizara e informara la localización de la peliazul. Al instante se colgó de nuevo la ballesta en un hombro y corrió hacia donde debía. -Solo espera un momento linda~, Ya voy para haya.

Había perdido mucho tiempo.

Cortó la comunicación y viró la vista al frente.

Así pues, esperó, quieta y observó la mansión del Terrateniente, así como el muro que la rodeaba. La misma tarde estaba al caer, y el poco viento mecía los largos cabellos de la exCapitana.

Pasaron pocos minutos para que el joven de ojos dorados llegara a donde su compañera le había informado, se detuvo finalmente tras haber reducido periodicamente la velocidad a la que iba, recobró la compostura y miró hacia el frente, donde estaba la mansión. Sin embargo, no había señales de su compañera.

-Shihouin~ -dijo con una voz melosa, irritante. -Archer esta aqui... y usted tambien debería de estarlo. -anunció en voz baja.

Estaba justo en el lugar donde ella se lo había informado, los pasos, la orientación, todo. Y aún así no podía encontrar a la joven exorcista cuya compañía ansiaba tanto en aquel pueblo fantasma.

-Shihouin~ -dijo con una voz melosa, irritante. -Archer esta aqui... y usted tambien debería de estarlo. -anunció en voz baja.

SHIHOUIN YORUICHI:- No te irrites tanto, Joseph-san, acá estoy- dijo susurrante la voz de Yoruichi, quien bajaba de un árbol cercano, en silencio, y aterrizando en pie tras él, con cautela de no hacer demasiado ruído.

-¡Santo cielo mujer! -anunció en un acto repentino, dándose la vuelta de repente y alejandose dos pasos de forma involuntaria. Cosas mecánicas aprendidas en el ejército. -No se me vuelva a acercar así o podría matarla en un acto reflejo- bromeó.

Pero era cierto, ya habían pasado una vez con alguien de su pelotón.

-Y bien, ¿que tal si nos apresuramos?- indicó inclinando su mirada hacia la casa del terrateniente.

-Y bien, ¿que tal si nos apresuramos?- indicó inclinando su mirada hacia la casa del terrateniente.

Yoruichi asintió, seria y en silencio, tras lo que marchó con Joseph Archer hacia la mansión del Terrateniente, en alerta.

Por extraño, las puertas de los muros estaban abiertas, pese a que algunos soldados estaban en la smismas puertas del edificio, custodiando la susodicha mansión del Terrateniente. Yoruichi caminaba silenciosa y segura de sí, con Joseph, en alerta por si se presentaba algún percance.

La opulenta mansión del terrateniente se regía a pocos metros después de la enorme reja que tuvieron que pasar para llegar a la misma, pasaron a unos cuantos guardias que no hicieron mas que seguirlos con la mirada y dejarlos entrar.

-Valla, el hombre si que supo hacer negocios. Nueva Guinea seguramente es un lugar donde puedes comprar materiales y manos de obra a bajo costo, todo es ilegal y a nadie parece importarle. -susurró para su compañera.

Ambos quedaron frente la enorme puerta de madera reluciente, en el medio había un enorme aro el cual se atrevió a tocar un par de veces, esperaron en silencio por un momento y al cabo de unos cuantos segundos más un mayordomo alto y bien vestido.

-¿Que se les ofrece, jóvenes? -el hombre los inspeccionó disimuladamente de arriba a abajo, definitivamente eran dos personas que no se veían seguido por esos lares.

-¿Que se les ofrece, jóvenes? -el hombre los inspeccionó disimuladamente de arriba a abajo, definitivamente eran dos personas que no se veían seguido por esos lares.

Yoruichi respondió, sin revelar su verdadera intención de ver al Terrateniente y averiguar lo que trama.

SHIHOUIN YORUICHI:- Deseamos ver al Terrateniente, si fuese posible. No tenemos cita previa con él, y sin embargo, tenemos algo de prisa, y pese a que no somos muy frecuentes por acá.

MAYORDOMO:- Ya veo. Un momento.- El mayordomo se marchó, para regresar tras diez minutos- Pasen.- Les ofreció el paso.

Ambos exorcistas fueron introducidos a una oficina al fondo de la enorme mansión. Luego de eso el mayordomo se excusó con una reverencia y dejó de nuevo a los jóvenes frente a otra puerta, esta ves aún más llena de incertidumbre.

Todo era extraño. Usualmente los terratenientes no aceptaban reuniones con un par de desconocidos, por lo menos no alguien lo suficientemente inteligente. No habría que bajar la guardia, seguramente algo tramaban. Archer volteó a ver a su compañera de reojo y sonrió, ella estaba tan alerta como él y eso era un alivio.

-Es un placer, señor -dijo el joven moreno al momento en el que abría la puerta hacia la oficina del hombre.

Al fondo, recargado en su silla y dándoles la espalda. Todo un cliché.