Rico Caliari - Noah.

Toma posesión de los sentidos, en este caso alterando las reacciones de dolor por medio de ilusiones muy reales [no necesita mirarles directamente a los ojos, basta con concentrar su poder en la o las personas] cargadas de atrocidad y crueldad sobre pérdida de alguna parte del cuerpo, simple dolor o visiones de tipo humillantes, afectandomental y físicamente al involucrado.

Va ganando fuerza en sus alucinaciones a medida que el respectivo goce y/o disfrute del dolor provocado a la víctima vaya en aumento, desembocando en un agotamiento de la mente de la persona, que afectada hasta el
extremo puede dejarle inconsciente.

Ya en su manifestación [nivel 6] el poder de sus ilusiones puede llevar a la víctima hasta el límite de su mente, dejando secuelas psíquicas como la locura e incluso la posterior muerte por paro cardiaco.

Nacida y criada en el seno de una importante familia dedicada a la política, su padre un senador de su natal Sicilia y su madre una mujer devota a su esposo y dispuesta a todo por ayudarlo y obtener el poder que decía su familia merecer, aunque ello implicase dejar de lado a sus hijos.

Desde pequeña tuvo gustos morbosos, disfrutaba con los pequeños accidentes que sufrían sus compañeros, miraba con placer la sangre y el dolor, tanto como para sonreír satisfecha. Sus propias heridas y el dolor propio la hacían sentir contenta y le transmitían placer, obviamente sus reacciones muy bien ocultas de los demás, aquello era un goce que solo ella tenía privilegio de experimentar. Concentrados en sus ideales de poder, el matrimonio Caliari jamás se dio cuenta de que su bambola, (muñeca en italiano) como la llamaba su padre estaba mostrando signos de una niña poco “normal” y que a medida que los años pasaban algo más cambiaría.
Jamás se llevó con sus hermanos mayores, lo poco y nada que se veían entre sí era solo para las fiestas y banquetes a los que la obligaban a asistir.

A la edad de 13 años, en una de las esporádicas visitas de su madre, para apresurarla a estar lista para una
recepción que se darían en casa, la mujer mayor encontró a su hija en su habitación, con los labios y medio rostro impregnados de sangre y plumas tanto en su cara como en las manos, el porque de ello tenía una explicación; había matado a su pequeño canario usando sus manos desnudas como arma. Lo habría exprimido y reventado hasta que su cuerpecito liberase el líquido carmesí, con tanto agrado, tanto placer que cuando su madre la halló, vio que aparte de la sangre, una sonrisa desfigurada y llena de sadismo estaba dibujada en sus facciones, asustada la mujer la tomó de la mano y la llevó al cuarto de baño donde la abofeteó y la bañó, le puso ropas limpias y la forzó a bajar al gran salón.

Si bien el suceso del canario había pasado innumerables veces antes, sin que alguien más que Rico lo supiese, la
mujer no le dio mayor atención a ese suceso y entre sus labores de hipócrita dama de alcurnia volvió a desobligarse de sus labores como madre. A Rico poco le importaba, los años pasaban y aquellos adultos que eran sus padres perdían el valor en su vida, los veía como meros individuos y no más.

A los 19 años, comenzó a experimentar como paulatinamente intensos dolores de cabeza ganaban terreno y poder, intensos y febriles la debilitaban, le hacían sentir náuseas y malestares que la llevaron a postrarse en cama por largo tiempo. Ya no salía de su habitación, no bajaba a cenar, aunque siempre la muchacha del servicio le llevaba de comer, mas ella no se alimentaba.

En los meses que siguieron el color de su piel marfil se tornó oscura, gris y sin vida, comenzaron a surgir cruces negras en su frente y de sus ojos verdes ya no quedaba mucho, un hermoso dorado decoraba sus iris, lentamente como habían llegado, los dolores de cabeza se comenzaban a esfumar.

Una noche, en lo que se preparaba para una de las fiestas de sus padres, una silueta rellenita se dejó ver en su
ventana, en compañía de un paraguas con cabeza de calabaza decorando su extremo inferior se abrieron paso por el cristal y se presentaron como El Conde Milenario y Lero, respectivamente. Pasó a tomar asiento en un sofá que decoraba la habitación y le explicó a la joven el por qué de su visita, relatando lo de sus estigmas y que había más gente como ella y que eran su verdadera familia quienes aguardaban su regreso a casa, le contó la historia de la Familia de Noé y entendió entonces lo que ella era.

Plácidamente convencida por el mundo que aquel hombre deseaba formar, tomó una pluma y un papel donde a modo despectivo se despidió, claro, si alguna vez aquella mujer que decía llamarse madre volvía a interesarse siquiera por entrar a aquel cuarto y dejó el papel tendido sin cuidado alguno sobre su cama y, no sin antes destruir aquella alcoba, donde pasó la mayor parte de su vida, se fue con el Milenario.