Misión al Cairo [Allen Walker - Mana Valentine]

Tan pronto como la nube de claridad se había asomado a su cabeza, fue como se extinguió. Un bajón en su sistema hizo que Allen volviera a verlo todo bajo un espejo empañado, y pocas eran las palabras que le llegaban hasta los oídos. Esa chica, Mana, como la reconocía a penas, hablaba de otra niña, peligro… lo único que escuchó con claridad fue la palabra Noé entre todo ello, y lo demás inintiligible.

Apenas fue consciente de cómo era llevado a cuestas por su amiga, y menos de la enorme sombra que se imponía a su frente amenazadoramente.

Allen cerró los ojos, presa de un cansancio tan pesado como el plomo, y a punto estaba de caer en el abismo de su mente, cuando volvió a escuchar esa vocecita que con el paso de su perdición, más clara se hacía.

El Noé está al acecho…Mi Allen… despierta.

¿Suyo? Arrugó el entrecejo por el rechazo a esa idea, mientras hacía esfuerzos sobrehumanos por concentrarse. Noé, ataque, niña, peligro… el hilo poco a poco tuvo un poco de sentido, y él mismo se vio recordando a la diosa y luego, a Timcanpy, sin tener razón alguna del por qué.

-N-nyako… ¿así… se llamaba?

-¿Y esto es...?- Oyo a una voz poco despues de que el sofa saliese volando literalmente, la chica miro hacia arriba viendo a un tipo con la piel muy oscura y con unas marcas extrañas en la cara, no le resultaba mucho mas temible que el monstruo del desierto pero que hubiese hecho lo anterior con tanta facilidad no era un detalle a pasar por alto

-Supongo que no te creeras que estoy de paso, asi que....- observo al individuo detenidamente, de comienzo ir de cabeza a por el era insensato, de pronto se le ocurrio una cosa

-Veo que no tengo opcion...- se levanto lentamente, parecia que se estaba rindiendo- solo puedo...... ¡Dejarte aqui!- dijo de repente he hizo un movimiento muy agil para bajarle los pantalones y salir corriendo de alli

-Mientras ve pensando en lo que has hecho, ese sofa valia dinero y tu lo has destrozado, ahora alguien se va a quedar sin comida

Salio de la sala rapidamente, el sigilo ya no servia...era todo o nada

-Antes me ayudasteis a salir de aqui, lo justo es que ahora os devuelva el favor. Mana-san, Allen-san

Esta vez tomaria una opcion mas arriesgada, ir directamente a la sala

[Off: Siento mucho la demora D:]

Bien, habían cosas que lo molestaban, lo irritaban, pero eso definitivamente lo enfurecían. Una niñata como él, no más grande que una barata y no más fuerte que una hormiga, se dignaba a tocarlo a él y, lo peor de él, ¡¿bajarle los pantalones?! Sólo por un rápido reflejo no terminó con los pantalones en los tobillos, pero el simple hecho que esa mocosa halla pretendido dejarlo en ridículo ante él mismo era una gran ofensa y un duro golpe para su enorme orgullo.

Subiéndose rápidamente los pantalones -Nyako había logrado bajarlos hasta medio muslo-, corrió hacia donde mismo había escapado la niña rubia que se había ganado el premio por lograr herir de tal manera su orgullo que lo había enfurecido. Notó inmediatamente que se dirigían hacia la habitación donde se encontraban los otros dos exorcistas, imposibilitados por la sombra de Deo para escapar.

Aquel detalle le dio una idea y ordenándoselo sin palabras a su sombra, la cual se había expandido para evitar que Mana y Allen, este último siendo cargado por la pelirroja, salieran de la habitación, la mandó a dejar a los exorcistas y encargarse de la pequeña y escurridiza rubia.

-No puedes escapar de mí, niña estúpida -dijo deteniendo la carrera y comenzando a caminar tranquilamente, pues ya sabía que Nyako no podría escapar de su sombra.

Por su parte, el oscuro reflejo del Noah recuperó la forma de Deo y antes que Mana y Allen, más que nada la primera pues el peliblanco aún no estaba en sus cinco sentidos, se dieran cuenta, la sombra salió por la puerta y fue directamente hacia Nyako, quien estaba yendo hacia la sala en donde se encontraban. La interceptó en el camino y, pegándose al suelo, se puso bajo los pies de la rubia y luego comenzó a subir por sus piernas, atrapándola hasta la cintura, logrando así también inmovilizarla.

-¿Por quién me tomas, mocosa? -preguntó seriamente, pero con un dejo de rabia y burla que no podía ocultar, aunque ya no le importaba mucho realmente.

Dejó de observarla y miró hacia donde la chica había intentado llegar. Tal y como debía ser, él tenía el control de la situación. Podía partir a esa niña en dos con una simple orden, por lo que los exorcistas no intentarían hacer alguna estupidez como atacarlo directamente. Por donde lo viera, Deo tenía todas las de ganar.

Vengan exorcistas, diviértanme pensaba, sonriendo con sorna y haciendo que su sombra aplicara más fuerza en su agarre, sólo para causarle dolor a la niña, que tan imprudentemente se había atrevido a dejarlo en ridículo.

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