Misión al Cairo [Allen Walker - Mana Valentine]

Tema: Misión al Cairo [Allen Walker - Mana Valentine] Sáb Jun 20, 2009 6:20 pm

El viaje en arcauna vez más había simplificado todo, tras dejar a los exorcistas en un callejón sin gente, las puertas se desvanecieron, dejándoles de una vez en El Cairo.

Todo edificio era de adobe y del color dorado de las arenas, Toldos de colores tierra y de otros colores adornaban los puestos de diversos comerciantes que gritaban su mercancía para lograr captar la atención de algún visitante. Gente iba y venía, animales
como vacas, gallinas y corderos eran expuestos como mercancía, así como frutas, ropa y joyas.

En cuanto la colorina avanzó hasta la salida del callejón, una manada de comerciantes árabes se fue contra ella con plena disposición de ofrecerle sus productos, todos gritando y peleándose en el idioma de aquel lugar y cuyos vocablos eran desconocidos para Mana. Y como si tratara de pedirle ayuda a Allen, miró hacia atrás y alzó la diestra mientras seguía siendo empujada por aquellas personas y trataba de librarse de todo eso, para su mala suerte no la entendían, Eran demasiados, todos la apretaban y ya se estaba cansando.

-Señores... señores por favor, no quiero comprar nada. -Las personas incluso le ponían sus productos muy cerca de la cara y a veces hasta recibía pequeños golpes. Pero claramente hastiada, pasó de la amabilidad a la brusquedad y empujando a algunas personas que le gritaron cosas que agradeció no entender, comenzó a caminar rápidamente y tomando la mano de Allen, literalmente lo arrastró fuera del callejón, dejando atrás finalmente a los ansiosos comerciantes.

¿Dónde se habían ido a meter?

-....¿Y ahora que?

Una joven iba andando por los pasillos, tanto su piel como su ropa aparentaban el aspecto de ser de piedra y trataba de encontrar la forma de salir, pero la cosa estaba demasiado complicada.

Lo que habia comenzado como un simple plan para poder sacar algo de dinero a alguna familia la ha llevado hasta aqui, en algun lugar donde los guardias no paraban de vigilar cada rincon por vigilar a una supuesta diosa. Por si fuera poco algunos bandidos habian tratado de "secuestrarla" haciendo que se encontrase mas insegura.

Si los habitantes descubriesen la trampa, no tardarian en acabar con ella y lo mismo pasaria si los bandidos lograsen llevarsela, su plan habia tenido mas eficacia de la que habia deseado

-Tiene que haber alguna forma de que pueda escapar y llevarme un poco de las cosas que han dejado- Penso para si volviendo a su pose de estatua a oir a guardias aproximandose hacia la sala de las ofrendas

Allen, como era de esperarse, salió de segundo por la puerta del Arca. Ya para cuando toda su fisonomía se encontraba puesta en aquel discreto callejón, Mana le llevaba varios pasos adelante y poco le faltaba para salir al exterior. El muchacho aguardó unos segundos, y cuando Tim cruzó también el portal y éste mismo se cerró en un parpadeo, se puso en marcha siguiendo los pasos de su amiga pelirroja.

-Huh, así es como lucen las ciudades en África –murmuró distraídamente mientras barría todos los edificios al alcance de sus ojos con una mirada reluciente de curiosidad y sobrecogimiento. Claro que había pasado por el continente, en uno de los viajes con su maestro, pero jamás directamente por la capital de Egipto; aquello era nuevo para él.

Timcanpy volaba sobre la cabeza de su amigo, pero se vio obligado a esconderse bajo la ropa de Allen rápidamente en cuanto la multitud de comerciantes empezó a acecharlos.

-¿Qué-..? –la mano diestra de Mana en alto lo alertó de lo que sucedía. Ella estaba peor que él. Las personas prácticamente la acosaban poniéndole en medio de toda la cara productos que de seguro ella ni había pensado en comprar para su propio uso.

Allen nunca se había sentido tan asfixiado entre una multitud; tal vez porque nunca había vivido un intento de venta tan brusco y violento como aquel.

Sin poder escuchar ni ver rastro de su compañera gracias a la marea humana, el muchacho se sorprendió cuando fue tomado de la mano y jalado rápidamente hacia fuera. Era Mana, por supuesto, algo hastiada con lo sucedido. Apartaba a empujones a la gente que les acosaba sin remedio, e ignoraba los claros insultos en la lengua natal de aquellas personas.

-Uff, eso estuvo cerca –comentó aliviado, ya cuando pararon en una calle libre de comercio de la ciudad.- Me dio la impresión de que estaban desesperados porque les compráramos aunque fuese algo. No recordaba a África de esta manera –llevándose una mano a la nuca para rascarse y sonriendo ligeramente, Allen parecía casi abochornado.- Ahora, según lo que nos dijo Reever-san, aquella estatua se encuentra en el desierto, partiendo de acá; pero ahora que lo recuerdo, no nos dijo exactamente en qué dirección ir y el desierto es enorme –hizo una mueca, recordando aquella vez cuando casi se pierde en él y muere de sed, pagando una de las malditas deudas de su maestro.- ¿Deberíamos ir a preguntar? Creo que hay personas aquí que saben hablar inglés y español por necesidad…como los comerciantes. –y sonrió inocentemente con una gota de sudor en la sien. Oh, si. Los comerciantes. Justamente a los que habían atropellado momentos antes.

Finalmente, y luego de varios empujones lograron salir de aquel lugar y distanciarse de la muchedumbre, lentamente soltó la mano del peli-blanco y le pidió disculpas por haberlo tomado con tanta brusquedad, pero esperaba que entendiese su reacción.

-Uff, eso estuvo cerca, Me dio la impresión de que estaban desesperados porque les compráramos aunque fuese algo. No recordaba a África de esta manera. –Las palabras ingenuas de Allen le hicieron sonreír un poco, era tan habitual de él verse tan inocente aun en esos casos, pero todo ese sentimiento de tranquilidad momentánea se fue por donde vinieron, nuevamente un comentario de su compañero causó la sensación de incertidumbre, tenía razón, no habían preguntado coordenadas claras a Reever.

- Ahora, según lo que nos dijo Reever-san, aquella estatua se encuentra en el desierto, partiendo de acá; pero ahora que lo recuerdo, no nos dijo exactamente en qué dirección ir y el desierto es enorme.

- ¡Demonios! –exclamó la pelirroja dándose un golpe con la palma de la mano en toda la cara. No quiso decir nada más y siguió prestando atención a Allen.

-¿Deberíamos ir a preguntar? Creo que hay personas aquí que saben hablar inglés y español por necesidad…como los comerciantes.

En cuanto pronunció la palabra “comerciantes” los ojos bi-colores de Mana se abrieron de espanto. Ella no volvería ahí a ser insultada una vez más.

-Ahí hay más comerciantes y esos no nos atacaron – señaló con la mano extendida hacia su derecha, sabía que comenzaba a actuar muy infantil –Mira, más de alguno debe hablar inglés, no volveré a meterme entre medio de esos caníbales del comercio. -Pero tan pronto como se disponía a dar nuevos pasos, casi huyendo del lugar, le llegaron a la mente unas palabras que Reever dijo en el informe de la misión y con ellas una nueva idea...

- Creo que tendremos que planear algo, según recuerdo, Reever dijo que las personas que hacían guardia no dejaban entrar a forasteros ni extraños, y que el recinto está muy cerca del pueblo, pero en el desierto… habrá que investigar y probablemente... –Miró a todas partes como buscando algo – Nos tendremos que vestir como éstas personas si queremos pasar desapercibidos, con las ropas de la orden nadie nos dará información… En el mejor de los escenarios solo nos tratarán de ladrones. -Dijo como si la cosa fuera tan sencilla, una vez más tomó de la mano al albino sin aviso y se fueron caminando, ahora sin arrastrar a nadie, llegando hasta las cercanías de una pequeña tienda que fuera de sus puertas exponía algunos atuendos típicos, probablemente a éstas alturas su compañero ya habría descifrado cuales eran las intenciones de la colorina.

[off: Fue todo lo que se me ocurrió...>_>]

[Off: No pasa nada ^^u suele pasar]

Un par de guardias se quedaron contemplando la estatua durante unos minutos, examinandola minuciosamente como si esperasen que pasara algo.

Esta llevaba el pelo suelto y lo bastante largo para tapar su espalda, su tamaño no era demasiado grande, tanto que mas que una mujer parecia una chiquilla, una de las cosas que mas llamaba la atencion eran unos ojos irisados y una extraña deformidad rodeando los laterales de la cabeza y el hecho de que su mano derecha mantenia sujeta aquella brillante piedra con la mano derecha por debajo. Mucha gente no queria que se la arrebatasen por temor a maldiciones.

Durante el poco tiempo que estuvieron, adoraron a la "Diosa" salvo por uno de los comentarios de uno de los guardias:

-Espero que la estatua no refleje su tamaño natural

Tras asegurarse de que volvia a estar sola, hizo crujir los nudillos de ambas manos

-¿¡Has visto acaso a un Dios o que?! Malditos incultos....

Nuevamente se puso a reflexionar, no contaba con ningun metodo para escapar y solo contaba con las joyas que le habian dado por ofrenda ¿y si....?

-Ahí hay más comerciantes y esos no nos atacaron – dijo casi a la defensiva su compañera, mientras señalaba un lado diferente por el que habían llegado. Allen no pudo reprimir una sonrisa divertida; si, se estaba comportando como una niña –Mira, más de alguno debe hablar inglés, no volveré a meterme entre medio de esos caníbales del comercio. –prosiguió mientras daba indicios de querer ponerse en marcha. El peliblanco iba a seguirla, pero ella se detuvo tan pronto como inició su primer paso y pareció haber recordado algo importante que ambos habían olvidado. -Creo que tendremos que planear algo, según recuerdo, Reever dijo que las personas que hacían guardia no dejaban entrar a forasteros ni extraños, y que el recinto está muy cerca del pueblo, pero en el desierto… habrá que investigar y probablemente... –dio varias miradas en derredor, barriendo los locales con sus ojos – Nos tendremos que vestir como éstas personas si queremos pasar desapercibidos, con las ropas de la orden nadie nos dará información… En el mejor de los escenarios solo nos tratarán de ladrones.

El muchacho se mantuvo en silencio por unos instantes, pensando. Mana tenía razón, primero tendrían que acoplarse a su entorno para así no desentonar tanto. No sólo ellos iban a por la estatua: también ladrones y fanáticos. Ellos tal como estaban, podían aparentar perfectamente a uno de ellos.

-Tienes razón –alcanzó a pronunciar, y luego fue llevado como niño pequeño por Mana hasta una tienda que al parecer, consideraba la más idónea para la ocasión. Allen dirigió una mirada a su compañera, y pudo saber en sus ojos qué iban a hacer exactamente allí. Sonrió, esta vez de forma cándida, y asintió.- Bueno, después de esto creo que no habrá marcha atrás –se encogió de hombros, y cruzó el umbral de la tienda, junto con su compañera seguramente siguiéndole los pasos.

Pasaron allí aproximadamente 20 minutos: la ropa para El Cairo carecía de imaginación y no había mucho por lo que escoger. Allen salió de la tienda con un saco en sus manos, donde se encontraba doblado y cuidado su uniforme, con una túnica larga y de un color opaco como ropa. Un enrollado de telas sobre su cabeza, hacía como un sombrero lo suficientemente largo y constituido para a veces lograr cubrir su mirada, y por ende la cicatriz en su rostro. Sólo se veían de sus cabellos blancos, algunos mechones rebeldes que sobresalían sobre su frente.

-Me siento extraño, usando este tipo de ropas –admitió, mirándose hacia abajo con el ceño levemente fruncido y una mirada que no reconocía nada.

Unos momentos antes de entrar se quedó mirando en todas las direcciones una vez más, y luego entró siguiéndole los pasos a Allen quien se decidió, sin mucha variedad en realidad, por una túnica en lo que al parecer eran los colores tradicionales de aquella ciudad. En esos mismos instantes, ella tomó su elección y pasó a cambiarse en un pequeño cuartito de la tienda, tras unos cuantos minutos, la pelirroja salió vistiendo una túnica larga, que para gracia de ella era igual a la de Allen… y claro, con tanto por donde escoger –nótese el sarcasmo–.

Una vez todo listo con las ropas, ella metió bien doblado en su maleta el abrigo de la Orden y otras prendas que no hacían juego con sus ropas actuales, tomó también unas telas, no sabía si debía ocultar su rojo cabello, aunque por los momentos solo se haría una trenza y ya. Saliendo del lugar, ambos exorcistas ya camuflados se quedaron quietos unos momentos, Allen se encontraba escudriñando sus nuevas ropas, con el ceño fruncido miraba hacia abajo, al parecer ni él mismo se reconocía.

-Me siento extraño, usando este tipo de ropas – habría comentado el peli-blanco, ella lo miró, admitía que se veía raro, pero no era el único que se sentía así.

–Te ves adorable –Comentó riéndose– Mírame a mí, ni siquiera puedo reconocerme con esto, y menos mal que puedo mantener ocultas mis armas… –No le gustaba para nada la ropa, pero con tal de llegar donde la susodicha diosa a salvo, se aguantaba. –Supongo que ahora nos camuflamos, por cierto… ¿crees que deba llevar turbante? no creo que el color rojizo de mi cabello pase desapercibido –suspiró– Menudo lio… Vamos, hay que hacer preguntas.

Ahora solo faltaba la segunda parte del “plan”: preguntar quién sabe inglés o español para que les ayude con las coordenadas del lugar de ofrenda a la diosa, como el muchacho conocía mejor las costumbres, anhelaba tener algo de facilidad con todo la situación que veníapor delante.

La joven empezo a rebuscar entre las ofrendas algunos colgantes que pudiese unir entre si para improvisar una cuerda, mientras realizaba aquello su estomago empezo a rugir

-Nyaaa, sera mejor que salga de aqui cuanto antes o me voy a morir de hambre

Una vez realizo una "cuerda" los suficientemente larga estaba dispuesta a usarla, pero tenia un problema.... en la sala principal no habia ventanas y la unica forma de usarla era esperar a que la vigilancia fuera menor, debia esperar hasta la noche durante el cambio de guardia

-Jooo.....animo, animo. Despues me voy a inflar de comida

OFF: No se si postear mas o esperar a que llegueis ^^uuuu lo que vosotros veais

Allen miró el abundante cabello rojizo de Mana, ante la pregunta de ella, con algo más de atención. La verdad es que llamaba la atención, puesto que en aquel extremo del mundo, la gente por lo general llevaba el cabello oscuro o negro, y unos ojos claros, pero no azules ni grises exactamente….

-Creo que sí deberías ocultarlo con un turbante –respondió esbozando una sonrisa que podría decir “Qué se le va a hacer”- Yo tapé el mío, ya que no es muy normal que digamos, vaya al pueblo que vaya…-fue lo que comentó cuando ambos se pusieron en marcha para buscar y encontrar a esas susodichas personas bilingües o que pudiesen comunicarse con ellos con facilidad.

Quizá Dios se había apiadado de ellos, o la suerte aquel día estaba de su lado, pero lo cierto es que unos pocos minutos después de haber iniciado aquella búsqueda exhaustiva por alguien que los guiara, al cruzar una de las interminables calles de El Cairo, se toparon con la silueta de una persona un poco gorda, con una túnica de un blanco sucio, el cual se encontraba arrodillado frente a un enorme teléfono portátil, y que parecía estar inspeccionando; cubría sus manos y antebrazos con vendas. El hombre al levantar la mirada, se cruzó con la de Allen y posiblemente también con la de Mana, por lo que no pudo evitar sobresaltarse y soltar un pequeño gemido de sorpresa tras reconocerlos.

-¡Oh! Pero si son Walker-dono y la señorita Mana –los nombró y se levantó lentamente del suelo, dirigiendo sus pasos hacia ambos exorcistas- me alegro de verlos en verdad, y que la Orden haya acudido a El Cairo tan pronto como las cosas empezaron a ponerse tensas.

Allen parecía sorprendido por haberse topado de una forma tan sencilla y natural con aquel buscador. Pedro, recordaba que ese era su nombre.

-Pedro-san, ¿Qué hace aquí? –sonaba algo estúpida la pregunta, pero era lo único que se le ocurría a Allen en aquellos momentos- Komui-san nos había dicho que usted y otros buscadores habían desaparecido en el desierto.

-En parte es verdad, Walker-dono –repuso el hombre, digiriendo una mirada significativa al teléfono que yacía en el suelo, con una de sus tapas abiertas y mostrando al aire un montón de tuercas y cables- Muchos de mis compañeros fueron al desierto, a averiguar si podían hacer contacto con la susodicha diosa, pero la gente del pueblo y la vigilancia se lo tomó mal, y ahora los tienen como prisioneros allá. Yo logré salir de allí a tiempo, e intenté avisar a la Orden de lo sucedido, pero justo en este momento el teléfono se me ha averiado, y no llevo conmigo ningún Golem que me asista. –explicó mientras de un bolsillo sacaba un pequeño pañuelo blanco y se lo pasaba por la frente y las mejillas perladas de sudor.

-Ya veo. Así que eso ha sucedido –murmuró el peliblanco primero pensativo, luego dirigió una mirada a Mana, quizá curioso por la expresión de ella tras lo escuchado, y luego volvió a mirar al buscador.- Lo mejor será ir cuanto antes hasta donde están ellos para intentar sacarlos de ese lío, y además, poder acercarnos a la diosa. Pedro-san sabe cómo llegar hasta allá ¿No es así?

El buscador asintió casi solemne.

En cuanto pudo salir del arca negra y tocar el suelo de aquella nueva tierra a sus ojos y esperiencias, fue el calor el que hizo mella en darle la bienvenida; tomo sus gafas limpiandolas con un pequeño pañuelo que portaba quedandose literalmente ciega por los segundos que duro este acto.

Dejo sus gafas en su lugar indicado dando al mismo tiempo un suspiro casi cansino, no era quejumbrosa pero tampoco es que estuviera totalmente de acuerdo con aquel clima -"¿Por qué el Cairo?" -Se pregunto asi misma, saliendo del callejón donde había terminado encontrandose ahora con la visión de un largo sendero repleto de personas, casetas con inumerables objetos y sus vendedores -"¿No podía ser un lugar con mejor clima?" -Era definitivo que andaría quejandose interiormente por un buen tiempo.

Terminado su pequeño "examen" de la zona, emprendio una caminata serena por aquel sendero que se le presentaba ignorando al mismo tiempo las voces de los vendedores ofrenciendo en su lengua sus productos -Momento... -Susurro deteniendo su caminar y dando una nueva mirada hacia todos lados -¿Donde se supone esta esa inocencia? -Desgraciado sea el que declaro que no poner atención a las indicaciones era una desventaja, aunque no estaba segura si el Conde habría dicho algo que la ayudase pero de todos modos había llegado ignorante a aquel lugar y lo peor con un deber que cumplir.

Frente suyo un grupo de muejres y niños conversaban, llevaban en sus manos lo que parecían objetos de valor y aunque no entendio gran mayoria de lo que se decían opto por seguir el mismo camino que estas tomaban... era mejor que quedarse de pie sin saber que camino era el correcto.

Como pensó… En lo que dejaba ir un suspiro frustrado tras las palabras del ya camuflado chico, comenzó a enrollarse en la cabeza unas cuantas telas blancas, logrando crear con ello un turbante que ocultó la mayor parte de su cabello, excepto algunos mechones rebeldes, pero ya no le daría más importancia. Poniéndose una vez más en marcha, comenzaron a buscar personas que le entendiesen y pudiesen instruirles el camino hacia el templo, refugio o fuerte donde estaba la diosa recién aparecida.

Y como si Dios se hubiese apiadado de ellos, se encontraron con un buscador que con suma gentileza les saludó, si fuese posible en esos momentos se arrojaría a abrazar al regordete hombre, sentía tanto alivio que hasta la expresión de hastío de su cara se esfumó, seguramente Allen sentía algo similar, ya no tendrían que perder más tiempo buscando a alguien que les ayudase.

-¡Oh! Pero si son Walker-dono y la señorita Mana, me alegro de verlos en verdad, y que la Orden haya acudido a El Cairo tan pronto como las cosas empezaron a ponerse tensas. – el hombre se puso de pie y se les acercó dejando todo lo que hacía para platicar con los exorcistas, ella no lo conocía, pero su camarada le habló con toda familiaridad.

-Pedro-san, ¿Qué hace aquí? Komui-san nos había dicho que usted y otros buscadores habían desaparecido en el desierto.– Ciertamente las palabras del albino eran verdad, sabía a qué se refería con aquella primera pregunta tan obvia pero necesaria, hasta le extrañaba que un buscador estuviese por esos lares, mas no quitaba el gusto que le daba que se hubiesen encontrado.

- En parte es verdad, Walker-dono, muchos de mis compañeros fueron al desierto, a averiguar si podían hacer contacto con la susodicha diosa, pero la gente del pueblo y la vigilancia se lo tomó mal, y ahora los tienen como prisioneros allá. Yo logré salir de allí a tiempo, e intenté avisar a la Orden de lo sucedido, pero justo en este momento el teléfono se me ha averiado, y no llevo conmigo ningún Golem que me asista. – Explicó el hombre, limpiándose el rostro con un pañuelo y dando una mirada al desarmado teléfono que yacía a sus pies, al parecer el alivio sentido en ese momento era por parte de los tres, entre todos se ayudarían y suponía que aquel buscador sabía cómo llegar al lugar… Ya no vagarían por el desierto sin rumbo fijo.

-Ya veo. Así que eso ha sucedido, lo mejor será ir cuanto antes hasta donde están ellos para intentar sacarlos de ese lío, y además, poder acercarnos a la diosa. Pedro-san sabe cómo llegar hasta allá ¿No es así?

Allen había hecho la pregunta del millón, para enorme agrado, Pedro, asintió ante ellos haciendo que la sonrisa en el rostro de la colorina se hiciese presente, eso la animaba enormemente… por fin podrían avanzar en su misión.

-No sabe el gusto que me dá, Pedro-san… ya no tendremos que lidiar con esos comerciantes –Dijo ella interrumpiendo con su alegre tono de voz, dio un vistazo hacia atrás, por sobre su hombro para lograr ver a las personas que iban y venían, a algunos comerciantes y otras personas, escalofríos recorrieron su espalda al recordar su calurosa bienvenida.

-Eh… -abrió la maleta balbuceando algunas cosas que solo ella lograba entender –Tengo éstas cosas para hacer mejor la farsa de poder entrar al recinto –les enseñó a Pedro y a Allen unas alhajas que llevaba consigo más unas cuantas monedas de oro que cargaba en un saquito. Las guardó rápidamente en la misma maleta y la tomó con fuerza -¿Podemos partir al lugar, señor Pedro?

Era evidente que debían apurar el paso, ahora que los exorcistas estaban con el buscador enviado prontamente podrían ponerse en contacto con la Orden, pero específicamente, Mana quería salir de ahí, si no partían pronto tomaría del brazo a ambos hombres y los arrastraría por el desierto sin piedad.

Tras unas cuantas horas alli, empieza a oir un sonido de pasos, un ruido multitudinario al que no le habia quedado otra que acostumbrarse

-En fin, vamos a ver que me dejan hoy, con suerte alguno deja algo de comida

La chica se aseguro de que su postura era la correcta y espero a que los visitantes llegasen, por suerte no la habian tocado ni a ella ni a su colgante y esperaba que hoy tambien fuese asi

-Por supuesto. Inmediatamente si lo desean… esos tesoros que lleva nos servirán de gran ayuda para poder entrar, Mana-dono –afirmó el buscador con una sonrisa sincera en el rostro. Sin decir más nada, se inclinó hacia donde estaba su armatoste abierto y empezó a meter y afinar tuercas para dejarlo todo en orden- Supongo que ya no me hará falta arreglarlo, en cuanto encontremos a nuestros compañeros ellos tendrán otros de estos por donde podremos comunicarnos con más seguridad con la Congregación.

Pedro sonrió, y Allen le devolvió el gesto alegremente.

-Bien, entonces démonos prisa, que ellos deben de estar esperándonos ansiosos. -anunció el peliblanco. El buscador asintió contagiado por los ánimos del muchacho, y empezó a caminar, siendo automáticamente seguido por el exorcista menor y seguramente su amiga.

-El camino es corto, unos cuantos kilómetros y podremos divisar una especie de fortaleza improvisada que es donde se encuentra la estatua de la supuesta diosa –decía el buscador mientras caminaba al lado de los dos apóstoles de Dios.- por lo tanto tendremos que ir a pie. Sólo los forasteros alquilan y compran camellos y caballos para hacer ese viaje debido a su ignorancia, y esa es una manera mediante las cuales los guardias los reconocen. –El hombre esbozo una sonrisa apenada- tendremos que cargarnos de agua además, si queremos sobrevivir la travesía. Puede ser más corta que cualquier otra, pero no por eso el sol se apiadará de nosotros.

-Ya veo. –Allen asintió. De alguna manera, la recomendación del buscador le había traído recuerdos de su pequeña estancia en el desierto del Sahara, cuando casi moría de sed.- ¿Dónde podremos conseguir el agua? –preguntó inocentemente.

-Yo llevo conmigo dos botellas, pero para los tres no será suficiente. De eso estoy seguro. Podemos conseguir otras de estas en ese local –señaló entonces una tienda, en donde colgaban frente a la tienda varias botellas de cuero como muestra de sus productos.- con la compra de las botellas, ellos pueden llenárnoslas de agua instantáneamente. Esperen un momento aquí.

El buscador fue allá, compartió algunas palabras con una sonrisa en el rostro con el dueño del local y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba nuevamente con los dos muchachos sosteniendo en sus manos tres de los productos rebosantes del líquido vital.

-Ahora podremos ponernos en marcha sin problemas, exorcistas-dono.

-Muchas gracias por su ayuda, Pedro-san –mencionó Allen educadamente mientras los tres sujetos se ponían en marcha por fin hasta el desierto, hacia donde estaba la estatua de la diosa.

Mientras Pedro guardaba sus pertenencias y tomaba el teléfono aquel ya sin mayor preocupación, Mana se dedicó un instante a observar a unas personas que al parecer irían en su misma dirección, rumbo a ver la diosa del desierto. Seguramente Allen y Pedro ya debían haberse dado cuenta de ello, pero pensaba que tal cantidad de gente era normal, después de todo, el fanatismo religioso de la gente no se hacía esperar, menos aún, en un lugar como en el que se encontraban los exorcistas.

-El camino es corto, unos cuantos kilómetros y podremos divisar una especie de fortaleza improvisada que es donde se encuentra la estatua de la supuesta diosa, –Les narraba el buscador –Por lo tanto tendremos que ir a pie. Sólo los forasteros alquilan y compran camellos y caballos para hacer ese viaje debido a su ignorancia, y esa es una manera mediante las cuales los guardias los reconocen.

Pedro, muy cuidadoso, tomó todas las precauciones respectivas como informar a los chicos de hasta el más mínimo detalle de comportamiento para pasar como habitantes de esa ciudad, así como hacerse de agua para su viaje, que no por ser corto se
iban a descuidar arriesgando una deshidratación en el desierto. Algo le decía a la colorina que el buscador había pasado por las de Caín cuando llegaron al lugar. Ambos exorcistas se quedaron en su lugar viendo como su buscador iba y platicaba con el duño de la tienda, para en un abrir y cerrar de ojos, volver a reunirse con los apóstoles.

Una vez con las cantimploras rebosantes en agua, comenzaron a caminar en dirección a la fortaleza, más adelante y más atrás de ellos iba gente, así como a mitad de camino vieron a otras personas volviendo a la ciudad Del Cairo.

- Pedro, como usted es el que sabe de las costumbres e idioma, será el encargado de hablar con los guardias en caso de que sea requerido, por favor – pidió la chica, ubicada a un lado del regordete hombre, Tomando de la cantimplora que cargaba en un costado un sorbo de agua. El buscador ante su petición, asintió animado.

- No se preocupe Mana-dono, se como tratar mejor con los guardias – En un determinado momento de camino, el hombre vio hacia delante y sus ojos se abrieron aún más y miró a los exorcistas aún más animado.- Exorcistas- sama, allí se ve el fuerte que resguarda a la diosa – señaló una rústica construcción frente a ellos, y ubicando sobre su cabeza su otra mano a modo de visera para bloquear el sol – podremos entrar con el resto de los peregrinos.

Siguiendo sucaminar, y a unos pocos metros de aquella construcción en medio del desierto, el rostro de la pelirroja se iluminó un poco más, gracias al ánimo que le daba el estar cerca del sitio de los sucesos, muestra de ello fue el nuevo jalón que le dio a un rezagado Allen que iba con paso calmo.

-Creo que te estás arriesgando a perder el brazo derecho de tanto que te eh tironeado hoy –bromeó guiñándole un ojo a su distraído compañero,- Prometo embalsamarlo para su mejor mantención - el chiste solo hizo reír a Pedro y a Mana, probablemente la cara del albino sería de total desconcierto.

A esas alturas del viaje ya faltaba lo mínimo, se sentía un alivio profundo alrededor, unos 10 metros más y estarían en las puertas del lugar, teniendo que pasar como último obstáculo hasta entonces a los guardias que registraban a la muchedumbre presente.

[Off: me imagino que Meta estará esperando nuestra llegada para postear...]

Allen estaba concentrado en su propio mundo para aquellos instantes, en donde la cercanía del grupo hacia la fortaleza era inminente. Cabe decir que ya había vaciado una de las cantimploras que le había correspondido, y todavía tenía más sed. Su preferencia neutra por el frío o el calor era la causante de aquello, puesto que en consecuencia no lograba llevarse bien con las temperaturas al extremo bajas o al extremo altas.

Entre la corta conversación de Mana y Pedro-san, Allen había estado mirando el suelo con el ceño fruncido, como si estuviese ensimismado en algún asunto difícil, cuando en realidad trataba de ignorar el sofocante calor pensando y mirando otras cosas que lograsen distraerlo. Fue por eso también, que el jalón de su compañera casi hacía que escupiese el corazón del susto tan repentino que le había dado.

-Creo que te estás arriesgando a perder el brazo derecho de tanto que te eh tironeado hoy –mencionó guiñándole un ojo pícaramente al muchacho- Prometo embalsamarlo para su mejor mantención – y tanto Pedro como Mana se echaron a reír ante esto. Allen sólo atinó a mirar a su compañera aún con un desconcierto que hizo que la expresión de su rostro pareciese la de un idiota. Luego, abochornado por su propia actitud distraída, bajó la cabeza como un niño para evitar que viesen el rojo encendido en sus mejillas y orejas por la pena que había pasado… y por la coquetería que le habían lanzado además.

-P-parece que ya hemos llegado –Allen intentó cambiar el tema y miró con atención la fortaleza que ahora tenían al frente. Más delante de ellos, el inicio de la fila de creyentes empezaba a avanzar al interior para mirar a la susodicha diosa; ellos estaban al final. Los guardias a su vez miraban con fijeza los rostros de cada persona que pasaba. De vez en cuando detenían a algún aldeano y le hacían una pregunta o registraban el equipaje que llevaba consigo. Luego los dejaban entrar como si nada.

Pedro echó una mirada a los tres búfalos que vigilaban la entrada así como lo había hecho Allen, y suspiró aliviado en sus adentros. Los guardias que habían hecho prisioneros a sus compañeros no estaban allí, por lo que no lo reconocerían a él y podría facilitarles la entrada a los exorcistas. En eso seguía pensando cuando les llegó el turno al trío de la Orden Oscura. Como estaba esperando el buscador, los hombres los detuvieron y le hicieron unas cuantas preguntas en el lenguaje natal de allí, a lo que Pedro respondió con una normalidad fingida y justamente cuando tenía el boleto de entrada más que asegurado, otra voz que él reconoció se hizo escuchar detrás de los vigilantes.

-¡Ese es el mismo hombre que vino con los prisioneros horas atrás! –gritó en árabe aquella persona que pronto se hizo visible entre el grupo de gigantes. A comparación con aquellos armatostes era escuálido y menudo, pero su mirada era sagaz y ardiente- Se escapó justamente cuando estábamos apresando a sus compañeros. ¡Él también es un forastero como ellos y sus intenciones no son buenas! –declaró, y la multitud cercana empezó a agitarse ante la visión y emoción de presenciar un problema en sus narices.

Pedro tomó la delantera y se puso delante de ambos exorcistas para que los guardias no los viesen, así como les hizo frente a ellos. Empezó a hablar en aquella lengua rápidamente y así centró la atención de todos en él únicamente. Con una mano detrás, le hizo una señal a ambos chicos.

Allen entendió rápidamente qué era lo que estaba haciendo el buscador y tomó con prontitud la mano de su compañera y la jaló hasta el interior de la fortaleza, para camuflarse en un grupo de feligreses y así entrar sin que nadie se diese cuenta.

-Esta vez he sido yo quién te a tironeado a ti –bromeó sonriendo como siempre solía hacer, y luego echó una mirada furtiva hacia atrás al tiempo que su cara demudaba a preocupación- Espero que nada malo le pase a Pedro-san. Tenemos que darnos prisa y encontrar a los demás buscadores para sacarlos de aquí, seguramente estarán cerca del lugar donde se encuentra la estatua…-Allen miró a su frente con atención, y justamente en ese momento fue cuando dieron con la sala donde se encontraba la diosa.

-¡Diooooooooosssssss! ¡cuantas cosas!

A la chica le resultaba algo dificil aguantar como le iban ofreciendo joyas y demas objetos de lujo sin tirarse a rebozarse literalmente entre ellas, de modo que ejercia presion en sus manos para hacerse un poco de daño y de paso mantener el control

-Tantas cosas y no podre llevarme todas... creo que para la proxima podria montarmelo mejor

Última edición por Mana Valentine el Dom Jul 19, 2009 5:55 pm, editado 1 vez

Unos momentos de paz y calma dentro del grupo de personas permitió dar un vistazo por el alrededor, estudiando la gente y los guardias pudo darse cuenta de lo devotos o respetuosos que eran los habitantes Del Cairo con ésta supuesta Deidad.

La colorida no era fanática de la religión nada, pero respetaba pese a todo aquellas creencias… Las personas conversaban, platica que ella no entendía, pero si pudo ver como enseñaban sus ofrendas y compartían hasta comida… a ella ya le estaba entrando hambre, pero se aguantaba hasta terminar esa misión… seguramente alguien más que solo ella comenzaba a morir de hambre. Pedro y Allen se habían mantenido en silencio, y podía darse cuenta de que ellos también miraban por los alrededores.

-¡Ese es el mismo hombre que vino con los prisioneros horas atrás! – Un grito irrumpió silenciando a los peregrinos del lugar.-Se escapó justamente cuando estábamos apresando a sus compañeros. ¡Él también es un forastero como ellos y sus intenciones no son buenas! –Lo próximo que ocurrió fue que las personas comenzaron a exaltarse y a mirar por todas partes hasta localizar al buscador, quién se interpuso bloqueando a los exorcistas a modo de protección.

El buscador hizo señas a su espalda y un momento después, ahora era Allen quién la jalaba a ella hasta el interior de la construcción-Esta vez he sido yo quién te a tironeado a ti- Le dijo de broma el peliblanco, quizá trataba de hacer el momento menos pesado -Espero que nada malo le pase a Pedro-san. Tenemos que darnos prisa y encontrar a los demás buscadores para sacarlos de aquí, seguramente estarán cerca del lugar donde se encuentra la estatua…

-Entiendo… - dijo Mana, asintiendo y volteando por sobre su hombro hacia atrás – Cuando pasaron a los salones interiores, vieron como una última puerta se abría dejando ver en su interior una sala impecable y en su centro la imagen pálida y marmoleada de una joven, esa debía ser la nueva diosa de estos parajes, por fin habían llegado y estaban a pocos pasos de la mujer.

-Allen… tengo una idea… -le comentó muy bajito al oido de su camarada- deberíamos por ahora hacer de feligreses como éstas personas y luego, al cambio de turno comenzar a averiguar… No podemos dejar que el esfuerzo de Pedro se pierda.

La gente rezaba, cantaba y hacían reverencias ante la mujer de pulcro blanco, y en un momento, las personas hicieron fila para comenzar a lo que ella supuso sería la entrega de ofrendas, aún sujeta a la mano de Allen y sin intenciones de soltarlo avanzaron juntos a dicha fila de personas, era la excusa para acercarse sin levantar más sospechas.

–Si, tienes razón. Y ahora que lo dices, me gustaría ver más de cerca a esa diosa – asintió el muchacho con una sonrisa y justamente, en el teatro de ambos por aparentar ser feligreses de El Cairo, les tocó el ofrecer los presentes a la estatua a modo de respeto y adoración.

Muy pocas veces Allen pensaba en Dios, aunque fuese un exorcista apóstol de éste mismo, pero aquella vez si se le pasó por la mente que existía, como una chispa vaga al mirar el grado de respeto que aquellas personas le rendían a su credo como si la vida se les fuese en eso.

Ahora que lo veo, sus costumbres son más profundas que las nuestras...

De pronto Allen cayó en la cuenta de que no llevaba nada para dar. Mana tenía varias cosas en el bolso, pero la fila avanzaba con tanta celeridad que estaba seguro de que no tendría tiempo de pedírselas sin que nadie se percatase.

¿Ahora qué hago?, pensó el muchacho nervioso. Faltaban tres personas para que les tocase a ellos. Allen no quería que les descubriesen. Lo que había hecho Pedro-san por ellos no lo merecía.

Justo en ese momento, un resplandor dorado salió del cuello de su camisa y se elevó hasta posarse sobre su cabeza.

-¡Tim! –Allen sonrió dulcemente al verlo, ¿desde cuando había estado allí metido? Entonces una idea fugaz y brillante la pasó por la cabeza, e hizo que tomase de la cola a su Golem con fuerza y prontitud para bajarlo de su sitio favorito, sobresaltando a éste.- Tim, necesito que me hagas un favor –fue la única respuesta del chico ante la mirada asustada de su amiguito. El Golem ladeó su redondo cuerpo como si fuese su cara, y cuando el exorcista lo depositó entre la pila de ofrendas, no pudo evitar empezar a inquietarse y revolverse más que horrorizado.- Necesito que te quedes allí por un rato y vigiles lo que pase con esa estatua. No te preocupes, vendré por ti pronto –fueron las últimas palabras del muchacho quién se las había susurrado rápidamente antes de salir de la fila.

Allen echó un vistazo detenido a la diosa mientras caminaba junto a Mana, y algo de ella hizo que se extrañase.

¿Eh? Sorprendente, casi parece humana.

-Ne, Mana ¿No te pareció muy real esa diosa? Por un momento incluso pensé que era una persona la que estaba allí parada –comentó el muchacho cuando estuvieron unos pasos más alejados de la fila. Allen no lo pudo resistir, y volvió a mirar en aquella dirección para cerciorarse. Raro, incluso parecía viva.

-¡Ahi va!

La pequeña observo como uno de los muchos visitantes habia dejado una esfera dorada como ofrenda, como curiosidad habia sido capaz de observar movimiento en esta, pero ¡Si incluso se movia fuera de la mano de su dueño!

-Calma....calma.....es tan boniiiiitaa....¡pero he de resistir! Luego ya la palpare lo que haga falta

De no ser por aquella capa que se habia puesto, la gente hubiese notado que el rostro de la joven estaria colorado, poco a poco el tiempo pasaba y el numero de visitantes iba disminuyendo, proto cerrarian

Para cuando se dieron cuenta, la fila ya había avanzado lo suficiente como para estar a 3 personas de distancia de la Diosa aquella, por lo tanto era el momento para de sacar las joyas y monedas que cargaba como ofrenda, todo reunido en un único bolsito que sonaba con cada movimiento provocado por las manos de lacolorina.Tenía pensado pasarle algo a Allen para que diese, pero cuando se volteó hasta él para hablarle de cerca, se encontró con el albino jalando por la cola a Timcanpy...

Ahora que lo pensaba, no había visto al Golem desde que éste había huido hacia su amo en aquel callejón, pero más importante ¿cuál era la idea de Allen? La pregunta tuvo una pronta respuesta, su compañero depositó al esférico Golem a los pies de la Diosa, prometiéndole rápidamente que pronto volvería por él, luego fue su turno de dejar las ofrendas y dedicó una mirada a la joven Deidad frente a ella, le pareció una estatua muy bella,más aún la joya de color verdoso que llevaba,pero algo más fuerte que ella la hizo estirar rápidamente la mano y tocar uno de sus divinos pies… ¿Uh? ¿Desde cuándo las estatuas tienen los pies tibios? Y como si pensaran igual, Allen le habló, al parecer el muchacho también había descubierto algo…

-Ne, Mana ¿No te pareció muy real esa diosa? Por un momento incluso pensé que era una persona la que estaba allí parada.

Sin contestar nada y mientras contemplaba la figura de la mujer, por su cabeza surgió una idea, no estaba segura de si funcionaría, pero era mejor intentarlo, Y Viendo que nadie prestara atención a sus movimientos, dejó un momento a Allen y sigilosamente pasó a un lado de la “estatua” y dejó su maleta, volviendo con el mismo cuidado a un lado de Allen y tomándole del brazo para quedar más unidos y hablar con confidencialidad.

- Al parecer la estatua no es tan “estatua “ como todos piensan, y ya vi que tú también sospechas algo –le comentó casi apegando los labios al oído del chico –Amigo mío, tendremos que hacer algo con los guardias si queremos investigar bien, dejé mi maleta a un lado de la diosa, si no funciona el truco de “eh
dejado mi maleta allí dentro” –pronunció en fingido tono de víctima – habrá que ir por las malas, siempre y cuando los peregrinos ya no estén. Y tenemos que averiguar donde se llevaron a los buscadores.

Muchas cosas por hacer y pocas oportunidades, sabía que lo último no iba a ser fácil, pensando en que los guardias veían como amenaza a sus creencias a los buscadores de la Orden, mas no lograba imaginar donde estarían ¿Sería posible acaso que los maltratados hombres aún estuviesen en esa construcción?

Definitivamente o era por las buenas o por las malas…

De modo que los dos pensaban lo mismo acerca de la estatua. Allen se sintió como si estuviesen a punto de averiguar algo que todos los demás pobladores habían pasado por alto acerca de su nueva diosa, y no pudo evitar dirigir, como antes, una mirada hasta donde había dejado a Tim. Ya no se movía nervioso, y aparentaba ser una esfera de juguete bañada en oro, pero él incluso desde allí pudo notar el miedo y nerviosismo que su redondo amigo rezumaba. Lo conocía demasiado bien, y era por eso que ahora le embargaba una levísima sensación de culpabilidad.

Es por el bien de la misión, se recordó, y así su semblante imperceptiblemente dolido cambió a uno más decidido. Un punto menos para Tim.

-Tienes razón, y no te preocupes, si ese truco no funciona, tengo unos muchos cuantos más que al menos podrían hacernos tiempo para resolver todo esto lo más rápido posible –le susurró de la misma forma, y del cuerpo de Allen emanó por unos instantes un aura maligna mientras que en su rostro se dibujaba una sonrisa siniestra. Algo típico en él cuando su lado oscuro salía a flote, y no exactamente me refiero con esto al Decimocuarto.- Si no caen en uno, caerán en cualquier otro, sólo déjamelo a mí –sentenció como último vestigio de su oscura contraparte, y de un momento a otro volvió a ser el mismo chico gentil, amable e inocente que siempre se mostraba dispuesto a ayudar a los demás sin importar el precio.- Y creo que si seguimos aquí parados, podríamos levantar sospechas. Podemos dar una vuelta sin alejarnos mucho de la sala de la estatua, mientras esperamos a que empiecen a cerrar –sugirió, esperando una respuesta por parte de su amiga.

Una hora más tarde, los peregrinos empezaron a salir del fuerte con los bolsillos vacíos, pero satisfechos de haber cumplido con sus principios y creencias.

Poco a poco la gente se fue largando, solamente quedaba algun que otro rezagado que los guardias no dudaban en hechar de inmediato y una vez mas la joven se encontraba sola en aquel lugar

-Creo que ya se han ido todos- Hecho un vistazo por si acaso y luego cogio a aquella esfera de oro

-He visto como te movias ¿Como lo haces? -susurro con curiosidad, aunque como era de esperarse no se movio, y menos aun hablo

-Debe de ser un juguete.... creo que me quedare contigo ¡Debe de ser chulo tener un juguete!

La chica miro a los lados para ver como se iba a llevar algunas cosas...no tardo en ver una maleta alli puesta, tal vez alguno de los presentes se la habia olvidado, la empleo para llevarse algunas cosas y luego avanzo lentamente con la "cuerda" improvisada, debia de ser muy rapida si queria aprovechar el cambio de turno

¿Por qué laspalabras del muchachito le hacían sentir atemorizada? Lo que faltaba, el lado maligno del peliblanco amenazaba con salir a luz, podría haber algo bueno en ello, pero esa aura oscura proveniente del albino no le agradaba, le recordaba a alguien… no quiso seguir pensando en ello, los escalo fríos recorrían su columna vertebral.

Siguiendo la sugerencia del chico, se quedaron a unos metros de la salida del salón que resguardaba a la diosa, escuchando a otros peregrinos, dedicándose a mirar si habían más lugares en aquella construcción, intentando comprobar si se veían más salas en donde pudiesen resguardar a un grupo de hombres, pero no podían
pasar de ahí debido a los guardias, de entre los cuales se pudo distinguir al sujeto que habría delatado a Pedro.

-Tsk, así no se puede –susurró entre dientes – Ahí está el tipo que acuso a Pedro –le señaló con un gesto de cabeza apenas perceptible, esperando por que Allen idease algo, por ahora ella no diría nada de su maleta, porque si lo pensaba bien, no creía que alguna de esas personas hablase su idioma, tenía en fe que el lado tramposo y oscuro de su compañero les pudiese dar ventaja en esa situación.

Una hora después, los exorcistas y lo feligreses debieron salir finalmente fuera del edificio, puesto que se cerraría dentro de poco.

-Deberíamos dar una vuelta alrededor del lugar y revisar si hay alguna ventana por la que entrar y pasar – sugirió acercándose a Allen,-Se aceptan ideas...- tomándolo una vez más del brazo se lo llevó consigo disimuladamente hasta la esquina oeste del lugar, dirección por la cual tenía pensado empezar a buscar pistas.

Timcanpy no cabía en su asombro, cuando la supuesta “estatua” empezó a moverse como una persona normal y hablar como tal. Sin embargo, no movió ni una sola ala cuando ella se dirigió a él como si fuese un muy bonito e invaluable juguete. Tenía que avisarle tanto a Allen como a Mana lo que de verdad sucedía en aquel fuerte. Con algo de suerte, lograrían aclarar el misterio de la diosa y además poner en libertad a los buscadores.

Timcanpy se sintió de pronto como el único que podía hacer algo por la misión. Luego pensó que sería un héroe si lo lograba. Si hubiese tenido pecho, se le habría hinchado de orgullo…

Como había hecho antes de que Allen lo dejase en medio de todas las ofrendas, como una más, empezó a sacudirse y moverse para llamar la atención de la niña, y luego a dentelladas creó un agujero en la maleta de Mana para salir de allí y mostrarse al mundo en todo el esplendor que un Golem dorado podía tener.

Como si quisiese empezar a jugar al pilla-pilla, Tincampy comenzó a hacerle muecas a la chiquilla en plan “¡Mira, mira! puedo moverme, y estoy a punto de escaparme, Lero, lero~” [Off: xD]. Luego le sacó la lengua y a toda pastilla echó a volar, atravesando toda la sala en busca de una ventana. Tenía que encontrar a sus compañeros cuanto antes.

-Creo que tienes razón, buscar una ventana es la mejor opción que tenemos –convino el muchacho, luego repentinamente el aura negra volvió a emanar de él- De los vigilantes me encargo yo, sólo déjamelos –dijo con un tono espeluznante, y tan rápido como inició en aquella faceta, volvió a ser el mismo de siempre, tal como horas atrás.

Entonces Mana lo arrastró del brazo consigo hasta una esquina del lugar, donde empezarían a buscar. Allí había una ventana que daba la vista a una habitación aparentemente desierta. Parecía ser la menos vigilada en todo el fuerte.

-Entraremos por allí –la señaló, seguro de sus palabras, y luego murmuró entre dientes mientras se deshacía de la larga túnica que cubría su vestimenta diaria y mordía un dedo de su guante izquierdo para removerlo- Innocence, hatsudou! –la capa del Crown Clown se posó sobre los hombros del albino mientras su mano izquierda transmutaba a una enorme garra de color oscuro.- Clown Belt! –exclamó, y una tira resistente de su capa se extendió hasta el interior de la ventana y buscó asirse a cualquier cosa resistente para la subida de ambos exorcistas.

Cuando la encontró, la cuerda improvisada se tensó y Allen la jaló un poco para ver si era fiable. Lo era, y sonrió satisfecho.

-Vamos –el exorcista menor le extendió la mano derecha a su compañera, para que se agarrara de ella y así subir ambos al mismo tiempo.

Y justamente, Timcanpy estaba volando hacia ese lugar. Su instinto le decía que era la mejor ruta a tomar. Extrañamente, no había ni un solo guardia en lo que iba de su recorrido, y eso en parte era bueno. Esperaba que la chica le estuviese siguiendo, o dejaría de ser un héroe.

[Off: ¡ese es el verdadero espíritu de un Golem! xD]

La chica iba mirando por todos lados asegurandose de que no hubiese un solo guardia, al fin se largaria y acabaria aquellos problemas y una vez vendiese las joyas se pegaria un buen atracon de comida hasta hartarse

Al menos eso creia, no tardo mucho en oir el sonido de algo rasgandose y se giro a ver que pasaba, al principio no parecia que hubiese nada, pero....¡Aquella esfera estaba volando

-Aaaaaawwwwww.....que monaaa- Al menos eso le parecio hasta el momento que saco la lengua

-¿Ein?- rapidamente aquella esfera salio volando, eso era algo que ella no queria permitir

-¡Eyyyy! ¡Esperate para que te pueda domesticar y enseñarte trucos!

De una forma un tanto incosciente por su parte, la joven persiguio sin parar a aquel pequeño ser por todos los pasillos del lugar sin descanso en un intento de atraparlo antes de que se escapase, por suerte para ella el cambio de guardia estaba efectuandose y por lo tanto nadie estaba vigilando por ahora, tras un buen rato de persecucion lo encontro parado en la ventana

-¡Anda! Habia olvidado la huida.... ¡Perfecto! Puedo salir de aqui y pillar al pequeñin de paso, no hay mal que por bien no venga, jejeje.

Nyako hecho mano de su cuerda improvisada y la lanzo, por suerte ya tenia pensado en usar un extremo como gancho para que pudiese sujetarse con un candelero y asi lo consiguio, comenzo a trepar por el hasta llegar casi arriba y...

Vio una especie de tejido sujeto a la ventana cuya procedencia parecia venir de la espalda de alguien, ademas parecia ir acompañado por una chica, la joven no tardo en bajar la cabeza

-Que no me hayan visto siquiera....- penso para si mientras temblaba

» Mana Valentine - Exorcista