Misión en Saint Le Monde [Kanda Yu y Allen Walker]

“La misión trata de lo siguiente:

Uno de nuestros buscadores ubicados en Francia, llegó a parar en el humilde y poco concurrido pueblo de Saint Le Monde, donde se llevó la desagradable sorpresa de que en aquel lugar, todos sus habitantes estaban aparentemente “dormidos”. Si bien, los signos vitales de estas personas fueron comprobados, ellos no parecen poder despertar por más que se le intente con cualquier tipo de método.

Es su misión, Kanda-kun, Allen-kun, el investigar este mismo pueblo en busca de algún indicio de Inocencia. Ya con este suceso extraño, es más que obvio que algo raro y sobrenatural debió suceder allí.

Cuento con ustedes”

Komui Lee

Era así como rezaba parte del informe que, sin muchos detalles había sido elaborado por el supervisor de la Orden Oscura, quién el día anterior había convocado a ambos aludidos en la nota y les había despachado a su misión con prisa, deseándoles la mejor de las suertes y mucho cuidado.

Era una gran ventaja tener el arca en sus manos, se les facilitaba demasiado el transporte de un lugar a otro.
Un par de minutos antes estaban en la orden y ahora en Francia.

Ya en aquel pueblo se encaminó entre las calles solitarias, había un silencio total sólo resonaban sus pasos al caminar. Atento a cualquier movimiento giraba la cabeza observando los edificios por si algo hacía movimiento alguno.

Se detuvo al "recordar" que no estaba solo. Dió media vuelta y volvió la mirada del lugar donde venía esperando a alguien.

-chih... oe Moyashi apresurate. - dijo en voz alta dejando que su voz hiciese eco en caso de que aquel estuviese por alli mientras cruzaba sus brazos.

-¡Es Allen, retardado! –se escuchó decir del lugar donde el espadachín había clavado la mirada. Al parecer, aquella persona a la cual Kanda se había dirigido, le había escuchado claramente.

A los pocos segundos, la silueta del Exorcista menor se dibujó a escasos metros de su compañero, luciendo el emblema de la Orden en conjunto con su uniforme; tenía el ceño ligeramente fruncido, y en él se notaba cierto aire de irritación que no se molestó en disimular cuando comenzó a caminar hacia el otro chico y le pasó de largo.

-¿Por qué me a tocado de nuevo con este tonto? –mascullaba para sí mismo en reproche, mientras continuaba adentrándose en aquellas callejuelas aparentemente silenciosas con el torso rígido y los nudillos fuertemente crispados, cual crío pataleando.

Todo alrededor de ambos personajes se hallaba en un silencio sepulcral que, Allen al percatarse, notó como se le erizaban los vellos de la nuca; aquello parecía sacado de una historia de terror, donde lo único audible es el viento elevando motas de polvo y sacudiendo uno que otro cartel adyacente a las puertas de cada establecimiento.

Sus orbes plateados se centraron en todo lo que le rodeaba, al pendiente de cualquier detalle que estuviese fuera de lugar y consiguiese darle una pista. El viento de allí levantaba la tierra y hacía cosquillearle el cuello al menor cada vez que le acariciaba casi azotándolo. Todo parecía estar en orden. Normal, y desierto. Ni un alma en pena se asomaba por el lugar; vacío.

-¿En verdad todos los pobladores de este sitio están dormidos? –Susurró más para sí mismo que para Kanda-.

"Como si nada ubiese pasado" era su reaccion en aquel momento cuando escucho la voz de su acompañante mientras retomaba su andar.

El mismo entorno, casas viejas pero mantenidas en pie, calles desoladas y el único acompañante para los dos caminantes era el viento corriendo hacia la misma dirección que los dos exorcistas.

El joven nipón se comenzaba a desesperar por ver lo mismo y no ver algo diferente. Ansioso por que algo diferente a pareciese seguía su paso.

-"aburrido... qué de raro hay aqui...?" - pensó para sí mismo

Un suspiro expulsó y dió vuelta en una esquina para ver si, el cambiar de dirección, les traería algo diferente...

En medio de una de las calles principales de aquel pueblo, Allen paró su caminata, dirigiendo su vista a todos lados para asegurarse por enésima vez de que todo yacía igual de silencioso que hace unos instantes y que nadie…absolutamente nadie que no fuese ni Kanda ni él, rondase por el lugar.

Miraba con curiosidad contenida su entorno, aunque ya se hubiese memorizado cada detalle cual máquina fotográfica. Se encaminó hacia uno de los establecimientos, un bar, y entró en el sin reparos para conseguirse con que, en efecto, todos los que una vez consientes habían acudido a aquel establecimiento en busca de licor ahora yacían tanto en el piso como esparramados en las mesas, aparentemente dormidos.

-¿Realmente sólo están dormidos? –susurro para sí mismo. De su bolsillo, un bulto redondo parecía revolverse hasta el punto de salir disparado de allí, mostrando a un Timcanpy inquieto que ahora revoloteaba sobre la cabeza de su compañero.

Allen pudo deducir por el acompasado sube y baja en los pechos de las personas inconscientes que sí estaban dormidos únicamente.

-Pero… ¿Desde cuando están así?

Sin decir más, salió de aquel lugar, ahora más que seguro que la misma escena se repetiría en las otras casas. Volvió a la calle, buscando con la mirada a su compañero, que, si bien, no lograba llevarse del todo bien con él, también le preocupaba de alguna forma tal y como estaban las cosas en aquel lugar.

-¿Y a dónde se fue el idiota de Kanda?

No muy lejos el joven nipón caminaba por una calle no muy diferente a la anterior. Al fondo, una fuente con distintas esculturas humanas unidas al centro con las manos extendidas hacia arriba sosteniendo una especie de jarrón del cual salía el agua.

Caminó hasta estar en frentey de allí miró a todos lados esperando ver algo.
Cuando de repente algo captó su atención. Un alcón que voló hasta la punta de un reloj. El joven levantó su mirada y se acercó un poco. El alcón actuaba normal y después emprendió de nuevo su vuelo. El exorcista suspiró y caminó de regreso al lugar del cual venía. De regreso se encuentra con su compañero en la calle.

-Oe.¿ Encontraste algo, moyashi ?

Preguntó mientras alcanzaba al albino y se ponía unos pasos delante suyo.

Allen siguió a su compañero con los ojos, sin intenciones de alcanzarlo. La preocupación que lo embargaba se hacía notar en su cara como si fuese el espejo de sus sentimientos. Soltó un suspiro antes de contestar.

-Sólo lo que ya sabemos –musitó mirando lentamente a sus lados con un tono frustrado en su voz- todos los pobladores están profundamente dormidos. No parecen dar indicios de querer despertar… en resumen: No hay nadie que nos pueda decir qué fue lo que sucedió aquí…

De pronto se calló en seco. Su mirada incluso se había detenido de golpe en una dirección que ninguno de los dos había notado antes. Sus ojos estaban ahora abiertos totalmente de la impresión.

-Kanda…-llamó débilmente, conteniendo el aliento- Tienes que ver esto.

Y entonces echó a correr en dirección a un callejón sin salida que antes había pasado inadvertido ante su atenta mirada; pero lo que le llamaba la atención de aquel lugar no era que hubiese sido desconocido para él, sino la silueta que yacía recostada en uno de los muros de aquel rincón.

Batas blancas, vendas, un enorme aparato que figuraba ser un teléfono portátil…

Sí, en efecto, debía de tratarse de un buscador de la Orden. Y sus ojos cerrados, así como su semblante sereno y relajado, daban a demostrar que él también había caído bajo el extraño fenómeno que sucedía en aquel pueblo.

-No puede ser…

No tardó en llegar con su compañero y se agachó para observar al buscador, volteó y no vió algún talismán.

-parece que no es inocencia....de serlo los akumas ya ubieran aparecido..." de qué se trata esto..."-pensó-

De inmediato un recuerdo vino a su mente, aquel alcón el cual no presentaba problemas al volar, si bien no le había prestado atención tan sólo se maldijo a si mismo por aquello.

Se dió media vuelta y levantó la vista al cielo.

-"¿Qué demonios pasa aqui...?" -se preguntó a si mismo.

Allen se colocó en cuclillas, sin poder contener el impulso de alargar un largo y pálido dedo y verificar si por la nariz de aquel hombre, aún había aire que botar. Y la había, cálida y sosegada.

-Sólo está dormido… como todos –murmuró y luego volvió una mirada llena de consternación hacia su compañero, aún inclinado- Él es el buscador que nos estaba aguardando ¿Verdad? Es decir, que tenía poco tiempo de estar aquí y aún así parece que también cayó bajo el extraño influjo que se ha apoderado de esta ciudad…

Allen poco a poco iba bajando la voz, nervioso y alarmado, incapaz de decir lo que seguía de aquella suposición. Se incorporó y dirigió otra mirada a su compañero, como sólo sabía dirigirla en momentos como aquel: preocupada.

-Esto es extraño… me pregunto si en verdad se tratará de Inocencia, y si fuera así, ¿qué es lo que la habrá forzado a actuar de una manera tan extrema como para dejar a todos los aldeanos así?

Se sentía inquieto. No lo había notado antes, pero un remolino en su interior comenzaba a formarse y agitarse en su estómago que ahora se hacía un nudo. Había algo diferente allí; algo que estaba fuera de lo normal. Muy diferente a los anteriores casos de Inocencia que ya había visto antes.

-uh...-
Antes de poder responderle a su compañero vió
algo que se movió y de inmediato corrió hacia el lugar. Aquello entró
por la ventana a una casa, el joven abrió la puerta y vió a una familia
en el mismo estado que los demas recidentes pero algo cambió aquella
idea que tenían. Un gato negro que estaba a un lado de un niño lamía su
mejilla como tratando de despertarlo. Parecía estar acostumbrado a los
humanos ya que no se había asustado al ver al exorcista. Al contrario,
al levantar su pequeña cabeza caminó hacia el exorcista y comenzó a
rozar su pierna emitiendo un ronroneo.

-un gato...primero el alcón y ahora un gato...eso significa...
- comenzó a sacar deducciones y cuando encontro la indicada alzó la voz para llamar a su compañero -oe moyashi, parece que solo afecta a los humanos...

Allen había seguido a Kanda, alarmado por la repentina reacción de su compañero y curioso por lo que este había visto.

Se había detenido en el umbral de la puerta, a diferencia del samurai que había entrado sin cohibirse en el lugar, escrutando con su mirada el fondo de aquella casa desde la entrada sin ningún indicio de querer acercarse más. Se empezaba a preocupar y a la vez desesperar por no recibir algún indicio de Kanda ¿Le había sucedido algo allí?

-Kand-..

-oe moyashi, parece que solo afecta a los humanos...-le cortó la potente voz del muchacho, logrando sacar un pequeño suspiro de alivio a su compañero, hasta que logró interpretar el mensaje del samurai.

-¿A los humanos solamente? ¿A qué te refieres con eso Kanda? –Preguntó dudoso el chico, capaz ahora de adentrarse a aquel lugar.-

Cuando entró, vió una escena que lo impresionó. Un gato ronroneaba alegremente mientras se pegaba y acariciaba las pantorrillas de Kanda con familiaridad; aquella escena en otro momento le hubiese parecido algo divertido, e incluso le habría arrancado una sonrisa sincera de los labios. Sin embargo, en ese instante lo que hacía era sorprenderle hasta hacerle abrir los ojos como platos.

-¿Está…-susurró-…despierto? Pero ¿Cómo?

Se limitó a observar desde donde estaba, estaba anocheciendo y deberían de buscar un lugar dónde dormir, de algun modo, nadie les reprocharía nada. El joven caminó hacia su otro compañero y habló.

-Será mejor que busquemos un lugar, pronto anocheserá...

Raro en él el decir esas cosas pero estaba realmente arto de ver lo mismo y lo mismo en ese lugar.

Sin esperar respuesta de su compañero comienza a caminar. Ve la casa en la cual se encontró ocn aquel gato y comienza a caminar hacia ella y entro despreocupado encontrandose nuevametne con el gato que no hacía nada más que maullarle pidiendole de comer. Sin darle importancia y reaccionando con un típico "chih" subió las escaleras encontrándose con unas habitaciones. Se introdujo en una y dejó sus pertenencias.El gato que al parecer le simpatizaba el joven nipón, subió detrás suyo y saltó a la cama, y se sentó.

-chih...que rayos quieres...no tengo tu comida.

Dijo algo molesto moviendo la mano para hecharlo de ahi.Sin resultados...

-Yo diría que le has gustado mucho, Kanda -Comentó Allen apoyado en el marco de la puerta de aquella habitación, mirando tanto al samurai como al minino. Una sonrisa sincera adornaba su rostro iluminando su faz, divertido por la situación del japonés. Tal parecía que su voco para tratar con los animales era igual de mediocre que con las personas.

Avanzó hacia el interior de aquella habitación, donde se acomodaba un par de camas, seguramente pertenecientes a los dos hermanos que yacían tirados en el suelo de la cocina junto con sus padres. También depositó las pocas cosas que había llevado consigo a un lado del mueble desocupado, y antes que el otro intentase replicarle o echarle del lugar, se excuso con la mejor cara de niño bueno que pudo:

-La otra habitación está cerrada con llave. Me parece que es la de los padres, y además, no tengo intenciones de forzarla. Así que me quedaré aquí.-el albino se encogió de hombros con falsa ingenuidad. La situación en aquel pueblo le preocupaba en sobremanera y a esas alturas no le apetecía pelear con Kanda. Estaban de misión, y era exactamente eso lo que realmente importaba: La misión.

Se echó a la cama sin esperar alguna frase mordaz por parte de su compañero, en necesidad de estar cómodo para poder pensar con claridad. ¿Y ahora qué? La única persona que podría darles las pistas necesarias para resolver ese caso, estaba igual de dormida como las personas del condado y no daba muestras de poder despertar. ¿Ahora qué podrían hacer? ¿Cómo avanzar al meollo del asunto sin ningún tipo de guía?

-... tú callate...más te vale que me dejes dormir- dijo

Porfin logró hacer bajar de la cama a aquel gato y se dispuso a sacudir la cama donde seguro había dejado pelos aquel gato negro. Se quitó el abrigo y lo dejó sobre un mueble y a su espada recargada a un lado de su cama. Se quedó sentado pensando cómo resolver y terminar esa misión.

Si bien con todo aquello no habían conseguido nada significativo, seria larga la mision o ta l vez, no tanto. Sin decir más se recostó mirando al techo.

Allen no le replicó a su compañero. Siquiera se inmutó ante el malhumor de este. Cerró los ojos por un momento, dejando su mente divagar en busca de alguna pista. Algo que les pudiese ayudar en aquella situación. Nada.

De pronto pareció acordarse de algo muy imporante. Mas que memoria, fue la impresión de su actuación lo que lo alarmó. Las personas. las que vivian allí, aún seguían tiradas en el suelo de la cocina. Y ellos muy tranquilos habían entrado y dejado a su suerte mientras ocupaban sus habitaciones. Eso habría sido un gesto muy normal de Kanda ¿Pero de él? ¿Qué le estaba pasando?

Casi instintivamente se incorporó de la cama, dirigiéndose a la salida de la habitación sin cruzar palabra con el otro puesto que no tenía intenciones de dar explicacion alguna de sus actos.

Bajó a la cocina y en efecto, allí estaban las personas que anteriormente habían ocupado aquella casa siendo su hogar, desplomadas en el suelo.

Lentamente fue arrastrándolas hasta la sala de aquella pequeña casa que estaba conectada directamente con la cocina. Los acomodó en los humildes asientos que se disponían de tal forma a que quedasen lo más cómodos posibles. Al terminar se enjugó el sudor de la frente y esbozó una sonrisa cálida, satisfecho con su acción que, estaba seguro, en un pasado hubiese sido lo primero que se le habría cruzado por la cabeza.

Se reprendió a si mismo el hecho de que algo tan insignificante como sus problemas internos (así los consideraba) le hubiesen llevado a ser un desconsiderado.

Desconsiderado... desconsiderado. Eso no era para nada típico en él.

Se dirigió a la cocina y se permitió desplomarse en una de las sillas del comedor dirigiendo la vista al leñoso techo cubierto de telarañas y suciedad. No tenía sueño y aun quería pensar. Pensar. No en eso, sino en la misión... ahora lo que importaba era la misión.

Desde afuera se encontraba un halcón con la vista directa al albino a través de una ventana. Sus ojos estaban fijos en él como si de una presa se tratara. Extendió sus alas y voló al suelo y, de pronto una puerta se abrió y salió una chica de cabellos negros y un abrigo largo hasta los tobillos cerrado.
Comenzó a caminar hacia la calle hasta quedar parada en el centro viendo igualmente al albino.

-¿cómo se atreven...?

La chica empuñó sus manos y el ave subió a su mano derecha con las alas extendidas.

Un sobresalto le embargó y abruptamente se paró de la silla. Se enjugó el sudor de la frente, asustado. Había estado a punto de quedarse dormido, ¿Que pasaría si hubiese sucedido? ¿No despertaría jamás como todos aquellos pobladores? ¿Quedaría atrapado en un eterno letargo sin escapatoria alguna?

Para refrescarse, se dirigió a la ventana de aquella casa la cual abrió. Una fría corriente de aire le acarició meciendo sus blancos cabellos y él se entregó a ella complacido por unos breves instantes. Sonrisa en labios. No había notado cuanto calor hacía en aquella morada hasta ese momento.

Entonces la vió: una joven estaba parada en el centro de la desierta calle en Saint Le Monde. Despierta y conciente, al también le estaba mirando. Repentinamente se vió víctima del "mal presentimiento", y antes de que se diera cuenta, ya estaba por llamar a su compañero.

-¡Kanda! -gritó alarmado- Moe ¡Kanda! ¡Alguien está afuera de la casa; alguien despierto! ¡Ven aquí inmediatamente, Kanda!

Aquellos gritos desesperados y con cierto tono de preocupación alarmaron al nipón quien de inmediato se levantó y se puso sus botas, un tanto molesto ya que pensaba que se trataba de alguna mala broma de su compañero. Al llegar, con su espada en la mano, lista para desenvainarla le pregunta al chico.

-¡¿Qué demonios quieres?!- dijo en voz alta un tanto molesto pero antes de hacer otra cosa sintió una extraña mirada.

También vió a la chica, se sorprendió por igual al ver a la chica, ahi, de pié y conciente. Pero lo que más le llamó la atención fue aquel halcón en su mano. Era aquel que anteriormente había visto.

-Ese halcón ya lo he visto.- decía mientras salía del lugar hacia la calle. Caminaba con pasos
calmados hacia la chica.- ¿Quién eres tú...y porqué estás despierta?

-...-Calló por unos momentos mientras pensaba qué hacer con aquellos invasores, si dormirlos o experimentar con ellos. Una discreta sonrisa se dibujó en sus labios y dijo.

-Mi nombre es Reverie, Reverie Metherlence. Y creo... que soy la responsable de esto...- con voz ligera y tranquila le contestó mientras si halcón retomaba el vuelo, lejos.

-Mi pregunta es... ¿qué hacen aqui? hasta donde se... no he hecho nada malo, estas personas sigen vivas, sólo duermen tranquilamente... lo entendería si estuvieran muertos...

Secamente miraba fijamente a los ojos del japonés. Poco a poco éste le llamaba más y más la atención, se notaba muy fuerte y hábil. Perfecto era la palabra correcta para describirle.

-Mi nombre es Reverie, Reverie Metherlence. Y creo... que soy la responsable de esto..

¡La responsable de esto! Allen no podía creer lo que escuchaba. Había salido junto con Kanda y se había quedado en el umbral de la puerta observando, pero ahora la conversación lo obligaba a acercarse.

-Mi pregunta es... ¿qué hacen aqui? hasta donde se... no he hecho nada malo, estas personas sigen vivas, sólo duermen tranquilamente... lo entendería si estuvieran muertos...

Allen frunció el ceño, situado ahora al lado del japonés.

-¿Nada malo? ¿Te parece algo normal la idea de que todas las personas que días atrás disfrutaban su vida en este pueblo y compartían con sus familias ahora estén dormidas a la fuerza y no puedan despertar por sí mismas? -preguntó enfadado por la actitud de la chica, que se tomaba aquella catástrofe demasiado a la ligera. Él recordó a la familia de aquella casa tiradas en el suelo y apretó el puño con fuerza- ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué los ha dejado a todos en ese estado, Reverie?

El inglés también le debatía la mirada con consternación y firmeza advertidas en el brillo de sus plateados ojos.

Guardó silencio por unos momentos mirando fijamente al albino que estaba frente a ella. Luego suspiró y cerró los ojos.

-Merecían un descanso. Gracias a cierta persona se la pasaban trabajando y trabajando, entre presiones y tensiones. Así que me permití brindarles un descanso justo. No sería capas de matarles así nada más.

Seria siguió mirandolos fijamente y calló. Si bien no tenía nada en contra de los exorcistas, pero si esa era su misión tenía que terminarla con éxito. Volvió a cerrar los ojos. Esta vez algo era diferente. Una corriente de aire comenzó a soplar, curiosamente, sólo al rededor de la chica moviendo asi sus cabellos y su negra gabardina. Al abrirlos éstos cambiaron a un color dorado y un estigma apareció en su frente, casi no se vería por el cabello que caia en su frente pero al ser levantado por el viento sucedía lo contrario.
Rápidamente se abalanzócontra el nipón. La velocidad fue tal que sólo quedó la gabardina flotando por segundos.
Tiraba algunos puños al peliazul moviéndolo contra la pared de una casa cercana. Estaba lista para comenzar a absorber su energía en cada golpe y luego, dejarlo "descansar".

No la vió venir, algo demasiado extraño aún para él. Cuando se dió cuenta estaba ya muy cerca de aquella pared. Recibió el primer puño en el estómago y no sintió nada anormal. Aquél había sido con tal impuls que le hiso retroceder. Luego el segundo, en el pecho justo donde se encuentra aquel tatuaje y fue donde notó una anormalidad. De inmediato se sintió algo débil.Logró alejarse lo suficiente respirando con la boca abierta y con algo de dificultad. Todo pasó muy rápido.

-¿Qué...qué eres tú?- preguntó, al darse cuenta de ciertos signos en aquella chica la pregunta se respondió sola.- así que... ya hay más de ustedes....chih...son una molestia...

La chica parecía no inmutarse con sus palabras, eso Allen lo había notado.

-Merecían un descanso.
Gracias a cierta persona se la pasaban trabajando y trabajando, entre
presiones y tensiones. Así que me permití brindarles un descanso justo.
No sería capas de matarles así nada más. -Había respondido-.

¿Descanso justo decía? al albino eso no le pareció una razón convincente.
Había otras maneras para arreglar ese tipo de problemas siendo no tan
extremistas. Lo que sí le
sorprendió al inglés fue que de un momento a otro se avalanzara contra Kanda y comenzara a tirarle puñetazos. Todo había sucedido tan rápido que Allen solo alcanzó a gritar:

-¡Kanda!

El nipón había sido golpeado dos veces inevitablemente. Al peliblanco incluso le había costado adivinar en qué instante había pasado. Y para más, a Kanda algo le había sucedido, durante unos momentos lo vio respirando con la boca abierta y le pareció que había algo de debilidad en sus movimientos. Aquello no pintaba bien; ahora Allen estaba sorprendido por la siguiente sorpresa que seguía en la obra: aquella chica...Reverie...representaba Estigmas en su frente, además de la coloración de su piel, se podía saber a ciencia cierta qué era, como había preguntado el espadachín. Allen lo identificó al instante así como Kanda, que hizo saber su tozuda opinión.

-Esto...no puede ser... otro Noé -susurró Allen con los ojos como platos. Timcanpy ahora estaba detrás de él ante aquella revelación, sin querer meterse en el camino de aquella muchacha.- Pero... ¿Cuando?

Reaccionó y activó su Inocencia lo más silencioso posible. Al instante una pura y blanca capa le rodeó así como una garra de afilados y largos dedos sustituía su brazo izquierdo. Se deslizó como un fantasma hasta detrás de Reverie, con la garra a pocos centímetros de su cuello. Quería parar el ataque que insinuaba hacia su compañero.

-No se mueva, por favor -musitó con un firme y frío tono de voz, su mirada se ocultaba tras los mechones de su cabello- Noé... ¿Te ha enviado el Conde del Milenio?

Allen reflexionó unos instantes: cada Noé tenía una habilidad única referente a su memoria, y tanto como Kanda como él no tenían ni idea de qué representaba aquella chica ¿Con qué les sorprendería ahora aquella Noé?

Y se hiso el silencio. Tan sólo una sonrisa bastó para que la chica "desapareciera" por milésimas de segundos reapareciendo frente al albino sujetándole del cuello mientras lo elevaba haciendo que sus botas no tocasen el suelo. Aquella sonrisa seguía dibujada en su rostro.

-Ya te lo dije, mi nombre... es Reverie Metherlence. La noé de la pereza.

Había respondido, si bien contaba con una cortesía y educación dignas de la alteza. Mientras le sujetaba al albino podía sentir como la energía de éste pasaba a su cuerpo. Sabía, ahora porqué éstos le causaban tantos problemas al Conde y a sus demás hermanos, eran sumamente fuertes. Un gran banquete pensó ella. Pero luego, al ver por detrás de cuello del chico (por un lado) algo le llamño la atención. Timcanpy, el gólem del albino volaba cerca del chico y Reverie, con el sólo hecho de chasquear los dedos de su otra mano libre llamó a su halcón y con una mirada le ordenó algo.
El halcón se lanzó hacia el gólem para capturarlo.

- Parece ser que esa cosa brillante es importante...aqui morirán exorcistas.Dejarán de ser una molestia para mi maestro

Aquella sonrisa nunca se le borró. Mientras decía aquello apretaba un poco más la mano. Absorbía más y más energía.

---

Mientras tanto, por detrás se levantaba el nipón, ya con el aliento recuperado mas seguía algo débil. Miró a la chica con aquella mirada suya y se encaminó a su espalda hacia ella.
Le puso la punta de su espada en la espalda.

-La que morirá aqui serás tú Noé... MUGEN, saiyakushourai, Nigento!-

activó su inocencia y ahora posaba sus dos espadas a los costados del cuello de la chica haciendo una cruz.

- ahora me doy cuenta... no creo que puedas tocar las espadas o el brazo izquierdo del enano [no me mates xD!]...chih una vez me tomaste desprevenido. Dos no.

Listo para cualquier movimiento se quedó fijo y quieto sujetando irmemente sus espadas.

Allen no vió en qué momento justo había sido alzado con
tal fuerza y separado del suelo, pero algo era seguro, había bajado la
guardia. Trató de zafarse apretando la muñeca de la chica con su
diestra, forcejeando. La presión que ejercían las manos de aquella
chica...Reverie, sobre su cuello era alucinante ¿Cómo alguien que a
simple vista se veía delicada, podía llegar a tener tal vigor?

-Ya te lo dije, mi nombre... es Reverie Metherlence. La noé de la pereza.

Había dicho la muchacha, muy educada de paso. Toda
una señorita, sí señor. Y de un momento a otro el de cabellos plateados
comenzó a sentir como su energía y su fuerza comenzaban a drenar de su
cuerpo, como si fuesen un canal de vitalidad que se desplazaba a un
ritmo lento y se alejaba de sí. La sensación era desagradable. De
pronto su mano derecha se relajó totalmente y cayó al lado de su
costado, flácida. Comenzaba a sentirse débil, agotado, como había
estado Kanda momentos antes ¿Era el poder la Noé la que le hacía pasar
por aquello? Sus pies calzados, ahora se mecían levemente, como si
Allen no tuviese domino sobre ellos. También comenzó a jadear
levemente, bajo la sensación similar a cuando alguien recorre cientos
de kilómetros a pie y corriendo.

-¿Q-qué pasa? -exclamó en un hilo de voz, pareciéndole la presión ahora
más sofocante. El aire se le iba de los pulmones ¡Demonios! ¡Tenía que
hacer algo de inmediato! O de lo contrario...

Kanda entraba en acción ahora, llenando el ambiente de tensión, y
apuntando letalmente a la chica con su segunda Ilusión. También había
hablado como él sólo sabía hacerlo en situaciones como aquella. Decía
algo de la Inocencia...

Un momento. ¿Inocencia? ¡Sí! A pesar de estar tan cansado, una luz en
forma de idea hizo aparición en el cerebro del albino y lo que
seguía...manos a la obra, y cuanto antes mejor. Ésa era su oportunidad.

-Kanda...-llamó en susurros Allen mientras elevaba discretamente la
garra izquierda, los ojos entrecerrados por el esfuerzo se fijaban en
la chica- Es Allen, y... ¡Aparta! -Gritó a voz en cuello mientras su Inocencia cobraba
brillo y la apuntaba hacia Reverie- ¡Edge End! -bramó mientras
que con la energía de su Inocencia se zafaba del agarre de la chica, y
por los pelos. El ataque se dirigía al costado de esta que le pasó por
el lado y le dió la oportunidad al chico de librarse del influjo. Ahora
se sentía mejor... el cuerpo le pesaba, pero se encontraba mejor.

Tim por su parte sobrevolaba el amplio y oscuro cielo a toda pastilla,
tratando de evadir el feroz pico de aquella águila y no verse como cena
el día de hoy.

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