Llegada de Riza Hawkeye a la Orden.

Mientras seguía a Reever. Riza observaba, impresionada, las grandes dimensiones de su nuevo hogar. Sus paredes de piedra que parecían infinitas y la multitud de puertas por todos lados hacía que Riza se sintiese pequeña en ese lugar. De camina a la sección científica se cruzó con mucha gente, pudo identificar el uniforme de los exorcistas y también, supuso, que identificó a algunos científicos.
Todo esto, al parecer de Riza era fantástico.

Al fin llegaron delante de una puerta distinta, antes de entrar ella preguntó:

- Reever-san... Mi maestra me avisó, me dijo que andase con cuidado con Komui, ¿debo preocuparme? - preguntó la chica.

Las palabras de Reever, de algun modo u otro, la tranquilizaron un poco. Pero la palabra excéntrico despertó dentro suyo una curiosidad por conocerle.

- Muy bien.. gracias. - dijo ella volviendo a sonreirle, sentía udez especial cuando el chico hablaba, se sentía segura y a gusto, como si le conociesede toda la vida. Las rimeras sensaciones que había tenido en la Orden eran positivas (excepto el precipicio). Riza esperaba que todo siguiese la misma linia, porque eso sería su nuevo hogar.

Reever abrió la puerta del despacho del supervisor y entró con familiaridad. Riza vaciló un poco, pero entró decididamente.
La imagen que vio a continuación la recordará toda su vida. Un sujeto desconocido apareció delante de ella, con una cara que expresaba maldad y malas intenciones. Riza dio un paso hacia atrás y se lo quedó mirando fijamente. Sus ojos totalmente abiertos dejaban entrever los sentimientos de la chica: miedo, sorpresa e incredulidad.

- Pero que... - fueron las únicas palabras que pudo articular.

Por suerte, Reever lo detuvo y le pegó bronca. Tras eso, la actitud del supervisor Komui canvió, pero seguía siendo harto infantil. Ahora ella ya sabía como era Komui y podía asegurar que Klaud tenía razón.

- Vaaaale~, encantado de conocerte Riza-chan, ¿me dejarías ver tu arma anti-akuma? - dijo Komui.

- Encantada ^^ - dijo ella sonriendo, aunque la sonrisa se convirtió en un escalofrío al ver los ojos del supervisor. - Si... toma.- Riza abrió la mochila y sacó un boomerang de madera. Era de color marrón oscuro y con las puntas de color negro. El centro estaba decorado con motivos indios. - Esta es mi arma.

Riza estuvo atenta a las miradas que le echaba Komui a su boomerang. Esa arma era, para ella, el objeto más importante. Si le pasara algo no se lo perdonaría jamás. Cuando lo veía, en su mente afloraban todo tipo de sentimientos y recuerdos agridulces.
De repente, el supervisor se fue a una habitación que comunicaba con el despacho por una puerta.
Riza se puso nerviosa, del otro lado de la puerta se oían risas y el ruido de un taladro. El taladro era lo de menos... ¡pero las risas! Eso la incomodaba.

- No tienes por qué preocuparte, Riza. Komui sólo ha ido a inspeccionar la Inocencia de tu arma en su laboratorio…- dijo Reever - Amm… eso no quiere decir que esté haciendo algo malo. Verás, siempre hace ese tipo de cosas .

- G-gracias... en verdad empezaba a ponerme nerviosa. - respondió ella mientras su miraba se fijaba en la puerta, como si intentase ver a través de ella.

Al fin, el ruido cesó y Komui salió con el arma en las manos. Riza respiró hondo y se tranquilizó al ver el boomerang intacto.

- ¡Muchas gracias Supervisor! - dijo con una gran sonrisa. - Otra cosa que quería preguntarle... - el miedo más profundo se instaló en la chica. - Esto... ¿se pueden tener mascotas? - su corazón dio un salto, si le decía que no... ella no quería pensar en lo que ocurriría si diciese esto.

Komui se sorprendió tras la pregunta de la chica y eso a ella le dio un mal presentimiento. Ya lo había pensado que no tenía que haber traído a su perro, pero su aprecio hacia él le había casi obligado. Sabía que le dirían que no y aun así se había traído a Black Hayate.
La chica empezó a temblar y a sudar frío, miró de reojo a la maleta donde estaba el perro.

- Pues... lo preguntaba... - su voz temblaba. - P-por que m-me gustan los animales... - una gran tristeza se asoló encima de Riza, se derrumbó. No le parecía ético mentir a sus nuevos compañeros - Pues por esto. - se arrodilló delante la maleta y la abrió. De ella se asomó una pequeña cabeza negra con mancha blancas. El perro soltó un "guau" mientras saltba encima de la chica y le lamía la majilla. Ella lo abrazó. - Este es mi compañero, hace un tiempo me lo encontré abandonado y lo adopté. Le tengo mucho aprecio. - se levantó con el perro entre los brazos. - Por favor Supervisor... - bajó la cabeza - Por favor... ¿podría quedarmelo?

Bajó aun más la cabeza y cerró los ojos, como si a continuación hubiese de recibir un gran golpe.

Riza se quedó parada al oir la decisión de Komui, cogió aire y lo soltó poco a poco. Sus ojos brillaban, como si una lágrima fuese a caer. Pero no cayó, Riza miró a los ojos del Supervisor.

- De nuevo, muchas gracias... - se frotó un ojo secándose una pequeña lágrima. - Usted puede estar tranquilo, no armará ningún alboroto. - miró al perro. - ¡O sino...! - el perro bajó la cabeza para no ver la mirada asesina de su ama y soltó un sollozo. - ¡Que alegria! - se borró de su rostro la mirada intimidadora para dar paso a una cariñosa mientras le acariciaba la cabeza.

Bajó el perro de sus brazos y cogió una correa de la maleta. Lo ligó a suc ollar y el perro se sentál lado de Riza.

-Oh, no hay de qué -respondió Komui con una sonrisa en el rostro. Estaba seguro de que a los exorcistas más jóvenes les animaría la idea de tener una mascota entre ellos. Un poco más de alegría para la Orden en aquellos tiempos no les caería para nada mal.- Y creo que lo dije antes, pero me gustaría repetirlo así que: bienvenida a tu nueva casa, Riza-chan -dijo el chino dándole unas palmadas en el hombro a la mujer de forma cariñosa. Otra compañera y aliada en aquella guerra, un miembro nuevo en la familia, eso significaba el ser miembro de la Orden Oscura.

[Off: Ya puedes postearte como disponible en el tema de "Exorcistas disponibles para misión" ^^]

Cuando Komui le dijo, nuevamente, bienvenida y le dio palmaditas en el hombro; Riza sintió un afecto especial, una cálidez familiar, simtió que había llegado a su nuevo hogar. Después de tanto tiempo entrenando de un lugar a otro con la maestra recordando los terribles tiempos pasados y con el sabor agridulce de la memoria de su hermano, por fin podía decir que tenía un nuevo hogar.
Le sonrió muy amablemente a Komui. Ahora, había cambiado su opinión respecto a Komui, continuaba pensado que estaba un poco loco, pero era un tipo muy amable y familiar.

- Estoy encantada de estar con vosotros en este nuevo hogar... - añadió sin dejar de sonreir, la fachad de chica dura se había derrumbado y ahora Riza solo era una joven que tenía ganas de llorar de alegría.

(off: ok! está hecho ^^)