Pesadillas

A través del arca, llegaron rapidamente a Alemania. Lance estaba muy nervioso, más que en la orden. Aquí se ponía en juego muchas más cosas. Y el hormigeo constante en las tripas no le abandonaba para nada.
Al llegar a su destino el panorama era horrible, todo de plantas de todo tipo y tamaño dominaban el paisaje.
Al poner el pie, se hundió un metro mas o menos. Las plantas le llegaban un poco más arriba de la cintura. Eso era terrorífico.
Empezó a andar.

- Lenalee... esto es horrible... ¿quién lo ha podido hacer? - dijo Lance a su compañera.

Lenalee se quedó de piedra al ver el panorama de la ciudad, no se esperaba que todo estuviera en tan mal estado. Desde luego estar allí era como encontrarse perdido en un gigante jardín.

- Lenalee... esto es horrible... ¿quién lo ha podido hacer? - dijo Lance

-La verdad, no estoy segura... Para ser inocencia ha causado un desastre a gran escala, y la inocencia no acostumbra a causar estos desastres. Esto es muy raro.- ella también empezó a andar y a abrirse camino con dificultad entre las plantas.

Entonces se fijó en algo: Las flores de las plantas no eran de su color natural, sino que eran negras.

- Lance, fíjate en esto.- le dijo a su compañero señalando las flores - No creo que esto sea obra de la inocencia...-

Como le dijo su compañera, Lance se fijó en todas las flores que veía. Todas eran de color negro. Como si estuvieran poseidas por el mal.

- Esto me da mala espina... - dijo el chico precavidamente, - sigamos avanzando, pero mejor que estemos alerta...

Siguió avanzando a duras penas, las plantas obstaculizaban el paso.

- Ya estoy harto... ¿Las podremos quitar con la inocencia?

Caminaron hasta llegar a la casa adinerada. La puerta de fuera no parecía la misma de hace un rato: antes del incidente causado por las plantas poseía un orgulloso brillo metálico y tenía una bonita decoración, ahora estaba ajada, el candado estaba roto y parecía mucho más vieja, siendo sólo una sombra de la antes majestuosa puerta que daba acceso al patio de la acomodada vivienda de los Reiner. La niña castaña tocó al puerta con la palma de la mano y empujó un poco, abriendo la puerta, que chirrió al ser abierta.

Luego cruzó aquel patio, que tenía un hermoso jardín, el cual había sido respetado por las zarzas y demás plantas que azotaban la ciudad como si de un virus se tratase. Rose observó el patio un momento y luego abrió la puerta principal, encontrándose con lo que años atrás había sido su casa. Se encaminó hacia las escaleras del piso superior (no antes sin haber cruzado el recibidor y el enorme salón de la casa) y se paró ante una de las muchas puertas del pasillo izquierdo, la abrió y entró: era una cocina de muebles viejos aunque sin duda caros, entre los que destacaba un reloj de péndulo. En una silla, estaba sentado un hombre que se levantó al oír la puerta abrirse, y al ver quién la abría se quedó de piedra.

- T... Tu - Tartamudeó el hombre, todavía sin creer que su hija abandonada estaba realmente allí.

- Hola, padre. ¿Te sorprendes de ver a la hija que abandonaste hace nueve años? - Saludó la castaña, con una sonrisa bastante siniestra.

- ¿Tu has sido la que ha causado este desastre? - Preguntó el padre de la niña, esta asintió.

- Os lo merecíais, por haberme maltratado a causa de los estigmas - Mientras decía eso, se acercó a un mueble de la cocina, abrió uno de los cajones y sacó un cuchillo grande, largo y afilado - Y claro, a ti también te tengo que dar tu merecido por haberme abandonado como haría un mal padre - dicho esto, caminó hacia su padre y clavó el cuchillo en su estómago, a lo que el hombre soltó un grito de dolor mientras agonizaba. El reloj tocaba las campanadas como si anunciara la muerte del señor de aquella adinerada vivienda.

El mango del cuchillo se deslizó por los dedos de Rose hasta caer y golpear el suelo, salpicándolo de sangre escarlata.

Mi compañera quitó algunas plantas, pero no era suficiente, aún nos barraban el paso.

- ¡Inocencia actívate! ¡Látigo Greed!

E látigo empezó a brillar con un color verdoso. Se hizo más grande y más largo.
Hice chasquear el látigo contra el viento, y una ráfaga cortante impactó contra la selva.

- Me parece que esto tampoco será suficiente, - dije al ver que solo quité unas ramas.

La china, al ver que lance tampoco lo conseguía, se resignó: Al fin y al cabo gastaban más energías intentando apartar las plantas del camino.

- Bueno, no nos queda más remedio que seguir avanzando como antes - Dijo, resignada.

Ella siguió avanzando a través de aquella selva, cuando vio que había una casa que sobresalía entre las plantas: Era muy grande y tenía aspecto de pertenecer a gente adinerada, además quedaba bastante cerca de ellos, así que Lenalee decidió ir a la casa para ver si había supervivientes, y en caso de que hubiese, ayudarlos. Cuando iba a cruzar la entrada, se tropezó con una de las ramas que había por el suelo, cayéndose y chocando contra el metal de la puerta, que produció un enorme estruendo que nada tenía que envidiar al de una campana de la Iglesia.

- Ouch... - la peliverde se incorporó, le dolía un poco el hombro a causa del golpe con la puerta.

Lance siguió los pasos de Lenalee, le costó un poco más que a ella. Por lo que él iba distanciado.
De pronto, su compañera cayó por culpa unas ramas, delante la puerta de una casa.

- ¡Lenalee! - gritó el chico.

Se dispudo a correr hacia ella, pero cuando llegaba vió a dos individuos en la puerta de la casa.

- ¿Q-quienes sois? ¿De que conoceis a Lenalee? - dijo Lance desconcertado.

La exorcista se sorprendió mucho, el hombre que tenía delante le recordaba a alguien, finalmente cayó en la cuenta de que era...

- Tu eres... Tiky Mikk, verdad? - Le preguntó sin que su expresión sorprendida abandonase su rostro. Si, seguramente era él, aunque estaba algo distinto que la última vez. Luego se dirigió a su compañero.

- Lance, ten cuidado, es un noé! - Le advirtió Lenalee con voz alarmada, ya que todavía no había olvidado lo que había pasado en el arca

- ¿Noah? Klaud-sensei me habló de ellos... - dijo Lance en voz baja - Vaya suerte he tenido en mi primera misión.

Les observó de arriba abajo, a los dos. Las piernas le temblaban, tenía miedo y nervios. Un nudo en la garganta se estaba formando, uando vió que el Noah ayudó a levantarse a su compañera.

- P-pero...

Lance, incrédulo de lo que estaba pasando dió un paso adelante hacia Lenalee. Agarrando con fuerza su látigo.

Lenalee se fijó en que había otra noé además de Tiky, ¿Pero quién era? Tenía el pelo muy largo y unos grandes ojos que la miraban con un poco de sorpresa, además tenía un ojo plateado y otro dorado... Definitivamente no había visto antes a una noé así. Pero si había otra noah aparte de Tiky, se abría una nueva posibilidad: podría ser ella la culpable de que la ciudad estuviera en ese estado, aunque todavía no descartaba del todo la posibilidad de la inocencia...

- Quién... Quién eres tú? - Le preguntó a la niña.

Vio que Lance agarró más fuerte su látigo, ella también se puso en guardia, preparada para luchar por su compañero y por la inocencia...