Misión en Saint Le Monde [Kanda Yu y Allen Walker]

Hacía honor a su especie. El halcón de inmediato aceleró su vuelo y pudo alcanzar al gólem sujetándo con las garras las alas doradas del gólem para asi evitar que se moviera. Dió una curva retornando hacia su dueña la cual al tenerlo cerca extendió su mano derecha para tomar al gólem dorado con su mano. Volteó a mirarlo y luego otra sonrisa sele dibujó.

-duerme gólem-

Justo en ese momento apretó con tanta fuerza su mano que el gólem aleteando poco a poco fue estrellándose. Fue entonces cuando se dió cuenta de que estaba rodeada. Miró al albino y "desapareció" otra vez. Ahora se había movido al otro extremo de la calle aún con el gólem en la mano aleteando débilmente. Lo vió un momento fijamente para lanzar despues una mirada al posible dueño. Movió su mano hacia el frente suyo.

-mira cómo duerme tu gólem-

y después un pequeño estruendo se escuchó. El gólem comenzó a romperse (recuerda que se regenera xD solito) hasta que sus fragmentos calleron totalmente al suelo. La chica comenzó a reir tanto en forma de burla como sádicamente.

-vaya vaya, no pudo resistir mi fuerza. O mejor dicho...la fuerza de su propio dueño.

El halcón sobrevolaba cerca, tal como los vuitres al encontrar su presa. Otra corriente de aire se hiso sentir en el lugar. Un ambiente tenso acompañó al silencio. Y sólo los tacones de las botas de la chica se escuchaban resonar en la calle.Retrocedía dando vuelta en una esquina sabía que aquello que había hecho causaría grandes consecuencias pero estaba preparada. Después de ya no ser visible entró a una casa en la cual habían seres consientes.

-Pueden salir ya.

Se trataban de akumas del tercer nivel que esperaban dentro de aquella casa la orden de la chica. Afortunadamente las personas que habitaban en esa casa estaban intactas en el segundo piso en una habitación cerrada por completo por la misma noé. Por alguna razón, muy en el fondo les tenía afecto a aquellas personas por lo cual no sería capás de hacerles daño alguno. Al rededor de 4 akumas salieron de la casa, caminando entre calle y calle en dirección hacia los exorcistas, mientras la chica salio de aquella casa y se introduj en otra donde la familia que la habitaba estaba en el suelo. Les sonrió, aquella sonrisa ahora era tranquila. Se les acercó y comenzó a levantarlos y acostarlos en la sala. Satisfecha subió las escaleras que guiaban a las habitaciones y entró en una y se asomó por el balcón. Recargada ahora en el barandal esperando a los exorcistas. Si es que llegaban.

Seguía cansado a pesar de la ausencia de la chica seguía agotado. Pensaba cómo podía volver a su estado normal. Volteó a ver al albina el cual se veia más afectado y volvió a reflexionar.

-parece que al tener contacto roba energía...cuando se tratan de puntos vitales es más la energía que toma...

Antes de poder decir otra cosa vió como los akumas salian de entre la calle de la cual la chica había escapado. Se puso en guardia y suspiró cerrand los ojos. Tomó un poco de aliento antes de lanzarse hacia los primeros dos akumas que salieron. Eran de tercer nivel, por lo cual no serían problema alguno.

Un corte limpio fue necesario para destruir a dos de los cuatro akumas.

-oe, moyashi voy a buscarla...-

Fue lo último que dijo antes de dar vuelta en la otra calle. Mientras caminaba podía observar una a una las casas de los costados. Sabía que aquella se había refugiado cerca.El problema era saber dónde....

-¡TIMCANPY! -Gritó en cuanto vió cómo su Golem se hacía añicos bajo los dedos de aquella muchacha ¿De dónde es que sacaba tanta fuerza? Tim no era muy fácil de romper que digamos, y menos para una chica. Estaba absorto... y agotado. Y entonces Reverie se había marchado, dejándoles un regalito.

Fue, como de costumbre, el ojo maldito de Allen lo que le alertó de la nueva presencia hostil que se avecinaba, consumiéndose la pupila hasta dejar un tono carmín en espiral sobre un negro total. Ya estaba mas o menos acostumbrado al aspecto que presentaban las almas de los Akuma al rozar el nivel tres, por lo que su única reacción fue abrir un poco más los ojos y colocarse instintivamente en actitud alerta. Ya lo sabía, de ser un Noé, no habría venido solo.

Aún se notaba cansado. Las piernas le pesaban y le costaba regular la respiración encontrándose a sí mismo jadeando de vez en cuando. Fue por ello que no tomó la iniciativa y le cedió el turno a Kanda, que gustoso se cargo a dos de aquellas máquinas asesinas sin ningún problema. Él también estaba algo agotado, pero Allen intuía que no tanto como se encontraba él.

-oe, moyashi voy a buscarla...- Y se marchó. Él no pudo replicarle ¿Para qué? Ya sabía de antemano lo terco que era su compañero y que en ese aspecto tenía la batalla perdida. Aún así entreabrio la boca esta vez no sólo para atrapar oxígeno.

-¡Espera, Kanda! -Realmente estaba cansado. Ni siquiera captó a tiempo la silueta que veloz se le acercaba.

¿Qué era ese dolor repentino y agudo que sentía en su costado? De un momento a otro se hallaba azotado contra una pared. El impacto había sido tal, que el concreto se había abollado y agrietado alrededor del chico. Escupió sangre, y el Akuma de su frente rió complacido. El otro estaba más atrás, también sonriente como sólo su instinto animal sabía hacerle sonreír.

-¿Qué pasa Exorcista? ¿No puedes dar para más? -se burló aquel que tenía casi rozándole la naríz. Sus movimiento eran evidentes, tanto que Allen atinó a esbozar una sonrisa irónica, con las comisuras manchadas de sangre. El Akuma ladeó la cabeza en señal de no comprender.

-Ustedes nunca cambian. Siguen siendo las mismas máquinas de matar de siempre -musitó en voz baja, profunda, educada y a la vez fría. Y en cuestión de instantes dispuso de su capa para acabar con el Akuma, usando varios extremos de esta como estacas que perforaron letalmente el objetivo. Explotó, y la sonrisa de Allen se suavizó- Ahora puedes descansar en paz -susurró suavemente, satisfecho.-

Con el otro Akuma fue más fácil. Un esfuerzo para recuperar la velocidad normal y la destreza con la garra y listo. Hecho picadillo. Otra explosión y se relajó cuando el estruendo paró. Le dolía el costado derecho, la espalda y los hombros. ¿Cuantas veces había sido azotado así en su vida como exorcista? Muchas. Se había acostumbrado un poco, por lo que no pensó más en la dolorosa sensación y se concentró en lo más importante: Reverie. Comenzó su andar, en busca de la Noé y su compañero.

Fue entonces cuando, desde el balcón, pudo ver al nipón caminando mirando a los alrededores. Se quedó alli apreciando sus acciones con una ligera sonrisa. Después se reincorporó y caminó al interior de la vivienda. Bajaba los escalones tranquilamente y se detuvo al dejar de bajarlos.
Retomó el paso y se puso encima una túnica negra. Comenzó a caminar hacia la puerta para después salir con el rostro cubierto. Alzó la mano derecha y chasqueó los dedos haciendo eco en la calle. Sorprendentemente en el interior de las casas las personas comenzaron a despertar. Aturdidas y confundidas se levantaron y salieron fuera de sus casas.

Caminó entre la gente hacia el nipón y pasó por un lado suyo para situarse detrás de él y darle un golpe en el cuello para dejarle seguramente inconciente. Luego ocultó su estigmas para poder sujetarlo y levantarlo.

Siguió caminando por la calle pero una persona se le atravezó. Un akuma de segundo nivel

-Señorita, ¿le ayudo con ese exorcista?-dijo cortesmente

-esta bien. Llévalo a la mansión...ahí estará bien...- decía la chica mientras miraba a la gente caminando - disfruten mientras puedan...- Volvió su mirada al frente y siguió al akuma.

Momentos más tarde llegaron al fernte de una enorme mansión la cual parecía muy bien cuidada. La chica abrió el enorme portón de la entrada y dejó pasar al akuma para después seguirle nuevamente. Ya adentro en una de las enormes habitaciones fue donde dejó al nipón recostado. Tomó su espada y la puso arriba en un estante. Caminó hasta la cama donde estaba el exorcista y volvió a mostrar sus estigmas. Ahora el exorcista se encontraba dormido ahora bajo el control de la noé. Se sentó a un lado mirando a la ventana y luego volvió su mirada al nipón y sonrio. Se inclinó hasta casi hacer contacto con su rostro y le acarició la mejilla.

-padres...ya encontre al indicado...

Al decir esto besó los labios del nipón suavemente. Ahora sus cabellos negros descansaban en rostro del exorcista y a su alrededor. Se separó un poco del exorcista y sonrió.

-¿porqué tenías que ser exorcista...?

Se levantó y salió de la habitación.

-Eri, trae al otro exorcista...ese albino tiene que acompañar al otro en su sueño.

Dijo asomándose por la ventana encntrándose con el halcón en un árbol que estaba enfrente. En seguida emprendió el vuelo hacia la dirección donde estaba el otro exorcista.

Fue una sorpresa para Allen, verdaderamente. Apenas llevaba recorrido la mitad de la ruta que había tomado Kanda cuando la gente del pueblo repentinamente comenzó a reaccionar. Lo supo enseguida al ver como un grupo de estas, con aspecto somnoliento marchaban en dirección a la plaza y se aglomeraban entre sí, charlando aparentemente confundidas. En sí, eso fue un alivio para Allen, más no dejaba de parecerle extraño, si era Reverie en realidad la causante de esto, el que los librase tan fácilmente. La experiencia la dictaba que aquello tenía que ser una especie de truco.

También había notado...la desaparición de su compañero.

Pasar desapercibido entre la multitud le supuso poco esfuerzo. Las personas no dejaban de charlar entre sí, alarmadas por el calendario que marcaba la fecha que para ellos era el mes que entraba cuando se acostaron a dormir. También murmuraban algo acerca de la maldición de Dios, que había caído sobre ellos y ahora se esfumaba, habiendo cumplido su cometido. El albino no entendía, ni se tomó el tiempo para escuchar más.

-Kanda...¿A dónde te metiste? -murmuró paseando la vista por sus alrededores, evidentemente preocupado por la seguridad de su compañero.-

De pronto una pequeña sombra se proyectó sobre su cabeza y le hizo volver la misma. Gente de la multitud también hizo lo propio, por mera curiosidad. Era aquel alcón que había estado cazando a Tim y parecía ser la mascota de aquella Noé. En el aire hacía circulos, estilo de señas para captar la atención del albino.

-Ese alcón...Sabes dónde está Kanda ¿No es así? -preguntó con el ceño fruncido al animal, que se dió por aludido empezando a planear en otra dirección. Allen tomó eso como un "sí" y emprendió una carrera en busca del alcón, sin querer perderle de vista.

La criatura lo condujo casi a las afueras del pueblo de Saint Le Monde, donde en lo alto se alzaba imponente una enorme mansión. El ave sobrevoló los terrenos de aquella morada y se posó en el alfeizar de una de sus ventanas. ¿Kanda había llegado hasta allí?

Con el alma en un hilo, Allen atravesó el umbral de aquella mansión, creyéndose listo para enfrentar fuese lo que fuese que le esperaba adentro. La sala estaba vacía y le faltaba iluminación. No vió nada sospechoso.

-¡Kanda! ¿Puedes escucharme? ¿¡Estás ahí!? -Era una imprudencia el gritar en aquel lugar, donde resonaba su voz por todos los lugares. Pero ¿Había otra manera para llamar la atención del nipón, si estaba allí?. En todo caso si la había, Allen no estaba enterado de ella.-

De pronto de lo oscuro de los pasillos se alcanza a iluminar una silueta. Una mucama de cabellos rizados y largos caminaba hacia el joven albino con toda tranquilidad. Al estar al frente suyo hizo una leve reverencia.

-Disculpe jovencito. ¿Tiene algún permiso para entrar aqui? los amos Metherlence no me dijeron que tendrían visita hoy. Si gusta pasar por favor a la estancia.-

Dijo amablemente la mujer quien trabajaba ahí por años. Recién había sido despertada por la chica quien ahora miraba desde el barandal de madera de las escaleras.

La mucama caminaba tranquilamente con las manos hacia adelante recargadas en su regazo. Fue al llegar a una habitación. Parecía un estudio o una biblioteca. Llena de libros por doquier en estantes que llegaban hasta el techo. La duela en el piso hacía resonar los tacones de la mucama mientras avanzaba a un sillón de piel muy cómodo.

-Tome asiento, los dueños aún no llegan pero la joven Ren aqui está. Pronto vendrá.

Dándole una sonrisa amable salió de la habitación dejando junto al albino un gran silencio. Cuando la chica pelimorada vio que salía la mucama del estudio comenzó a bajar las escaleras. Al toparse con ella le agradeció y pasó por un lado suyo.

Ahora llevaba el cabello recogido para que no le estorbara. Caminó al interior de aquel estudio y al ver al albino le dió una sonrisa.

-Tranquilo, no quiero pelear. Al menos no aquí... aprecio mucho este lugar, no quisiera perderlo en un instante. Iré al grano.- decía tranquila mientras caminaba hacia el albino.- dejen Saint le monde. Como verás la gente está intacta tan solo durmió más de lo que debía... vaya que soy mala haciendo esto...- dijo dando media vuelta- siendo exorcista...¿qué harás? ¿dejaras este lugar comprobando que no hay daño alguno o...pelearás provocando daños y problemas reales a los aldeanos?....¿qué harás exorcista...? si hacen lo segundo habrán muertes y gente corrompida y entonces "él" vendrá y les traerá "calma"...y todo se pondrá peor...habrán akumas por doquier matando y provocando caos...eso no sería bueno cierto... exorcista... piénsalo... te daré... dos horas... si quieres ver a tu amigo está en el segundo piso al final del pasillo hay una habitación.
Totalmente tranquila sabía el tipo de respuesta que saldría del chico asi que tomó asiento en un escritorio mirandlo atentamente.

Allen, arrellanado en el sillón, escuchó con atención todas y cada una de las palabras que Reverie le dirigía. El negocio en sí expresaba un acuerdo de paz. Si se iban por la diplomacia, aquel problema podría solucionarse de la forma menos violenta. Reverie daba a mostrar que apreciaba mucho aquel lugar; eso en parte alivió a Allen. Aquella Noé parecía más humana que los demás ¿Sería por la falta de experiencia o porque su Noé aún no despertaba totalmente? No lo sabía, pero tenía claro que era mejor así.

El quería, de todos modos, averiguar el trasfondo de aquello.

La estuvo mirando directamente a los ojos todo aquel rato. Sus orbes plateadas fijaban atención ante todo, sin querer transmitir ninguna otra emoción que no fuese su disposición, tranquilidad y seriedad ante la situación. Se hizo un silencio corto. Breve instante en el cual analizó a fondo cualquier detalle de lo hablado.

-Es extraño -musitó Allen de un momento a otro, calmado- Es la primera vez que veo a un miembro de la familia Noé dispuesto a evitar una lucha innecesaria -explicó mientras esbozaba una sonrisa afable que iluminaba toda su faz y reflejaba en él más calidez- Reverie, has dicho que no quieres que nada malo le pase a tú pueblo en pocas palabras ¿Cierto?. Yo tampoco deseo que ello ocurra, lo menos que quiero es que vidas inocentes sean sacrificadas por nada. Cuantas menos personas mueran en esta guerra, mejor; eso es lo que siempre he pensado.

Pausó mientras se incorporaba de aquel cómodo sillón, quedándo al frente de aquella chica. La sonrisa seguía en pie, más amena y esperanzada. Sí... quizá ella si pudiese entenderlo. Quería creer en ello.

Decidió dar el siguiente paso: Negociar.

-Si tú prometes que dejarás que este pueblo siga su vida tranquilamente, nosotros nos marcharemos sin hacer ningún tipo de alboroto. Nunca fue nuestra intención hacerlo.-replicó aún serio, incluso aunque su semblante mostrase una positiva disposición- Dame tu palabra y con eso será suficiente para mí. Estoy seguro que una señorita tan linda y culta como tú sabrá cumplirla al pie de la letra. -dijo educadamente, dictando la actitud propia de un caballero. A la hora de dirigirse, él daba a mostrarse como una persona muy agradable. Allen era más o menos conciente de ello, y en casos como aquel, sabía que le iba como anillo al dedo el ponerlo en práctica.

Decidió primero zanjar el negocio sin ningún detalle que quedase al aire. Luego iría a asegurarse de que Kanda estuviese bien, en aquel lugar que Reverie le había señalado.

Le sonrió al ver el resultado, aquel había entendido a la perfección. Sabía que el Conde se daría cuenta y que haría algo pero ya se las arreglaría. De todas formas contaba con sus hermanos Jasdebi y Tyki.

Escuchó con mucha atención al albino y se sorprendió un poco inclusive un rubor rosado apareció en sus mejillas. Nadie en mucho tiempo le había dicho algo así ni por tantos pretendientes que tenía ni uno se había dignado a hablarle así de ese modo tan sutil. No entendía porqué esas personas presentaban problemas ante el Conde si para ella eran de lo más común.

Se lo preguntaría a su hermano cuando regrese. Antes de contestarle formalmente recordó algo. Recordó el verdadero motivo del porqué había regresado a aquella ciudad. Se quedó pensando mientras el albino seguía hablando. ¿Qué haría? ¿Traería a los akumas que rondaban por los alrededores de la mansión? O ¿ayudaría un poco más a los exorcistas? Tal vez las dos cosas… si hacía lo primero el Conde estará feliz pero si hace lo segundo el conde no responderá de buena manera. Haría las cosas MUY a su modo. Seguro.

Llamó a la mucama la cual no tardó en aparecerse. Caminó hasta un lado de la chica y ésta le dijo con una sonrisa.

-Avisa al pueblo que regresen a sus actividades normales. Ah cierto… ¿qué día es hoy?- le preguntó con curiosidad.

-Hoy, señorita es el aniversario de la fundación de Saint le Monde. Los aldeanos deben de estar preparando todo.

-entiendo… ¿porqué no se quedan un poco más exorcistas? – Dijo mirándole con una sonrisa- a los aldeanos les gustaría.

Extendió una mano hacia el albino para estrecharla dando a conocer así su respuesta con una sonrisa tranquila.

-Ummm, no veo por qué no -Respondió Allen cordialmente que, complacido, correspondió el gesto estrechando la suave y lozana mano de la joven delicadamente y con su zurda para mayores precauciones. No tenía aún una idea clara de la habilidad del Noé de Reverie, por lo que era mejor estar atento.

La sonrisa no lo había abandonado en ningún momento. Menos ahora que lucía satisfecho y feliz por haber encontrado entre tantas ovejas negras como lo eran los Noé, alguien que parecía -de momento- contrastar con la manera de actuar de estos. Reverie quería la paz por ahora, y Allen también.

Retiró su mano lentamente al terminar la apretada, mientras empezaba a sacar algunas deducciones mientras podía.

El aniversario del pueblo... aldeanos haciendo preparaciones...

Ya comenzaba a adivinar el trasfondo de aquello.

-Pero antes, Reverie-san -llamó Allen de una forma casi como si en realidad estuviese "en confianza"- Me gustaría echarle un vistazo a mi amigo. Si me permite, iré al segundo piso por unos momentos. Quiero asegurarme de que se encuentre sano y salvo.

Y dicho esto, él mismo emprendió el paso sin esperar respuesta por parte de la joven. Subió las escaleras casi apresurado, denotando ahora en su rostro toda la preocupación y el mal presentimiento que llevaba apreciando desde que entró en la mansión, y que había disimulado a la perfección para con la Noé. Al llegar a la última habitación de aquel piso, pudo encontrar a su compañero: integro y durmiendo.

Allen soltó un suspiro entre aliviado y cansado. Se acercó a Kanda para comprobar que no habría ninguna anomalía y lo sacudió del hombro levemente.

-¿Kanda? ¿Puedes oírme? -llamó bajito el chico, sin querer llamar la atención de otro que no fuera del impulsivo de su compañero- Oye, Bakanda...-Allen notó que su amigo no respondía, por más que lo zarandeaba o insultara-...¿Qué te pasa?

Entonces cayó en la cuenta. Que Kanda no reaccionara, significaba que...

Pero mira que era demasiado evidente ¿Cómo no lo había suponido antes?

- Era la única manera de traerlo y poder hablar tranquilos nosotros dos-

Dijo recargada en el marco de la puerta con las manos cruzadas y los estigmas más que evidentes.
Parecía que cada que volvía a su forma de Noé reaccionaba al igual que sus hermanos mientras que en su forma humana era totalmente diferente. Caminaba hacia el albino hasta estar al otro lado de la cama en la cual estaba el japonés.

-Calma es lo que te pido, como pudiste ver con los demás es tan solo un sueño largo pero como dijiste que se irían lo despertaré ahora mismo.-

Al mismo tiempo ponía su mano sobre la frente del japonés sin tocarlo.

-Es hora de que despiertes…

Se levantó y salió de la habitación. Sabía que despertaría y por lo tanto si ella estaba ahí le atacaría o algo.
Comenzó a caminar a paso tranquilo por el pasillo para dirigirse a la planta baja y salir de la mansión.

Lentamente comenzó a abrir los ojos, al ver el techo se levantó rápidamente. Antes de poder examinar el lugar donde se encontraba sintió otra mirada a su lado. Al dirigir su vista se da cuenta de que se trataba de su albino compañero que estaba ahí.

-m…moyashi… -

se llevó la mano a la frente y cerró los ojos, se sentía un poco mareado y se levantó lentamente.
Se dio cuenta de algo, su espada, Mugen no estaba. Se puso a buscarla y dio un golpe en un estante desesperado por no encontrarla cuando por inercia al golpe se asoma la empuñadura. La toma con su mano, suspira y se la pune en la cintura.

¿Qué…qué es este lugar?-

Allen le dirigió la sonrisa más serena que podía esbozar en ese momento a su compañero. Como si nada malo hubiese sucedido mientras el yacía dormido, cosa relativamente cierta. Aún tenía el sabor en la boca del buen negociante, pero eso ya comenzaba a disiparse. Nuevamente volvía a ser el exorcista bueno, firme y gentil de siempre.

-Qué bueno que hayas despertado por fin, Kanda -Allen ahora estaba de pie, mirando a su compañero fija y tranquilamente-. Estamos en la mansión Metherlence...Reverie, ella te ha llevado hasta acá. No hace mucho utilizó su poder contra tí y te durmió sin que te dieras cuenta. -explicó el chico impélido. Luego repentinamente tanto su expresión como su voz se volvió más serio. A saber que llegaba, probablemente, la parte más difícil de la misión: informarle a Kanda de lo que había echo a sus espaldas.

-He hablado con ella acerca de la situación del pueblo mientras tú estabas inconsciente y llegamos a un acuerdo pacífico -recitó escogiéndo cuidadosamente cada palabra que decía- Le he dicho que nosotros nos marcharemos de Saint Le Monde con la condición de que no vuelva a hacer algo en contra de los aldeanos...algo como dejarlos durmiendo por largo tiempo o algo peor que eso; a lo que ella ha accedido y por eso ha decidido despertarte.

Afuera sopló una ventolera que agitó levemente los ventanales del cuarto. Allen desvió la mirada hacia allá en acto reflejo. Las cortinas, azotadas por la ráfaga, se ondeaban con una violencia grácil digna de cualquier telar hecho de seda. Entonces regresó la mirada hacia el nipón, aún ilustre.

-Pienso que así esta mejor, Reverie-san desea la paz en el pueblo, lo que demuestra hasta donde llega su aprecio por él. Podemos sencillamente marcharnos de este y todos habremos cumplido con nuestra parte. Está claro que no hay Inocencia en Saint Le Monde, por lo que nuestra presencia aquí está demás.

No obstante, Allen sabía que aún tenían que esperar un poco. Había algo que sí que tenían que hacer en aquel lugar. Algo muy, pero que muy importante.

-Claro -agregó, esbozando una sonrisa tranquila-. Eso será después de asisitir a la fiesta del condado.

Ya afuera comenzó a caminar hacia la plaza central del lugar. Mientras caminaba tranquila gente de ahí comenzaba a caminar detrás de ella. Una mujer se le acercó y le dijo al oído.

-señorita, ¿quiere que comencemos ya con el festín?

-…aún no… deja que terminen de preparar todo. Esperen mis órdenes.

Dijo seriamente mientras llegaba al centro. Extendió las manos al aire y comenzó a hablar en voz alta.

-Pueblo de Saint le Monde hoy festejamos otro día más el aniversario de la fundación de este hermoso y tranquilo lugar…- comenzó a hablar mirando con una sonrisa a la gente que se reunía alrededor de la chica mirando atentamente también con sonrisas en sus rostros.

Después de un largo discurso que tomó algunos minutos el festival había comenzado con fuegos artificiales y luces de colores por todo el lugar.Todo un buen ambiente. La gente sonriente vendiendo cosas. Dando comida, bailando, etc. En fin un festival perfecto. Pero aquella perfección pronto terminaría…

[of: te recuerdo shiro chan que este fin de semana saldré de la cuidad]

Comenzaba a asimilar las cosas que decía su compañero. En parte estaba de acuerdo pero logró sacarle de sus pensamientos con ciertas palabras.

-¿Fiesta del condado? No estamos aquí para esas cosas. Tenemos que informarle a Komui que ha aparecido otra Noé.

Se levantó algo molesto y comenzó a ver por la ventana como se reunía la gente.

-No confío en esa Noé…debemos asegurarnos de todas formas.

Salió de la habitación y comenzó a caminar por el pasillo se sentía algo incómodo, algo no estaba bien lo sabía. Será que aún no había recuperado todas sus fuerzas? Siguió caminando hasta la planta baja.

-apresúrate…- dijo en voz alta esperando que su compañero allá arriba le escuchara.
Sabía que aunque se negara se quedarían ahí. No tenía remedio.

Nuevamente Allen se veía presa de la confusión gracias a los cambios repentinos de decisión por parte de Kanda. Verdaderamente, a veces no lograba entender la actitud del japonés. Primero decía que era una rotunda pérdida de tiempo el asistir a la fiesta del pueblo de Saint Le Monde, cosa verdaderamente falsa. ¿Qué pasaría si entre tanta multitud aparecían Akumas? Era una falta total el pasar por aquel punto tan importante como hacía su compañero en aquel instante.

Quizá aún no lo pillaba por el efecto de la duermevela. A fin de cuentas ¿Cuanto tiempo había pasado durmiendo? ¿Una hora? ¿Media? Ni él lo sabía a ciencia cierta.

Pero ahora cambiaba totalmente su punto de vista. Ahora pasaba que quería asegurarse de que Reverie no hiciese nada malo. Sin aún pensar en la vida de la personas que podrían correr peligro...vaya corazón el que tenía Kanda. Allen había pensado que esa parte de su actitud había cambiado o se había ablandado un poco, pero ahora comenzaba a dudarlo.

-apresúrate…-Escuchó la voz de la causa de su confusión mental, ya muy lejos de la habitación. Abajo.-

Allen meneó la cabeza en negación mientras se incorporaba. Dejaría de lado eso. El problema con las emociones de Kanda las hablaría en otro momento (si es que la comentaba. Muchas veces se daba por vencido antes de probar). Ahora lo importante era cumplir como exorcista que era. Reverie le había caído de maravilla, eso no podía negarlo. Parecía una muchacha benévola al menos para lo que le importaba y eso daba mucho que resaltar, tratándose de un miembro de la familia Noé. Pero era este mismo echo, el formar parte de aquel clan, el que hacía a Allen seguir actuando de forma precavida, casi esperándose una trampa en cualquier momento.

-¡Enseguida bajo! -exclamó para que su compañero le escuchase. Dió un último vistazo a la ventana, advirtiéndo que comenzaba a anochecer, y se dispuso a salir de la habitación con premura. Reunido con Kanda, le miró con gesto determinado, tomando la iniciativa y avanzando a la puerta de salida.

-Andando -dijo y él mismo se puso en marcha.

Sin notar siquiera la sombra que, desde el espejo más próximo le miraba con curiosidad innata y una enorme sonrisa de oreja a oreja en la cara, por primera vez.

Todo parecía ir de maravilla en el festival la gente estaba alegre, los niños corrían divertidos y los ancianos charlando. Como de costumbre el ambiente reflejaba tranquilidad y alegría.
Reverie estaba en una esquina observando con cuidado con un rostro vago. Una joven se le acercó y al parpadear un par de veces la pelinegra le sintió.

-es hora de empezar el festín... reune a todos...- sin quitar aquel semblante la chica que se le había acercado se retiró.

Emprendió su caminar hacia la calle principal que al final termina en un bosque al final del pueblo, las lejanías. En su caminar se encontraba con algunas personas que le saludaban y seguía su paso hasa que se encontro con ciertas personas. Se les acercó con una sonrisa y mostró sus estigmas.

-Comienzen ya.-

Una sonrisa algo similar al de sus hermanos se le dibujó e inmediatamente comenzaron a oirse estruendos y explosiones. Los gritos de los aldeanos se ahogaban entre los estruendos se trataba de un gran número de akumas de todos los niveles. Aproximadamente una docena por cada nivel.

-Hagan su trabajo exorcistas...-decía mientras apreciaba el panorama desde una rama alta de un árbol.

No habían ni llegado al centro del lugar cuando comenzaron a escucharse las explosiones. Rápidamente la gente comenzó a correr despavorida por todos lados, algunos tratando de ayudar a otros y otros tratando de extinguir el fuego con cubetas con agua pero era inutil las explosiones no cedían y los akumas seguían atacando.

No tardaron en dirigirse al lugar y ponerse en movimiento.

-Te lo dije, los noé no tienen palabra...-

Eran demasiados tantos que ni tenían por donde empezar. Activó la segunda ilusión de su espada y atacó con el Hakka Touro destruyendo a tres del primer nivel y del segundo y dos del tercer nivel.

-maldicion...

No era necesario que Kanda se lo dijera. Él ya sabía ese pequeño detalle de sobra. Miles de incidentes daban a demostrar aquello... Al parecer no había nadie en la familia Noé que dictase la diferencia. Pero igual, para él no había sobrado el intentar hablar con Reverie por las buenas, y arreglar los asuntos diplomáticamente, por más que fuese en vano.

Mientras corría, Allen tragó saliva y notó que tenía un nudo en la garganta. Tenía que admitirlo: ahora era presa de la desilusión por haber fallado en su intento y a la vez se sentía decepcionado por comprobar que aquella muchacha estaba igual de perdida que los otros miembros del Clan Noé.

...Pero el siempre aguardaba las esperanzas...por más imposible que fuesen...

...Y quería creer que todos ellos aún tenían salvación...estuviesen de acuerdo o no.

-¡Cross Grave! -con un mandoble de su espada, teniendo la Inocencia activada con anticipación, el peliblanco se dispuso a acabar con los akumas que se metían en su camino. Su ojo maldito trabaja a mil por hora, identificando millares de almas, desde las menos dañadas, hasta las más deterioradas. Aquello le produjo un leve vacío en el estómago. No era impresionante la cantidad, sino el cómo se componía aquel batallón, mezclando akumas tanto del nivel 1 como del 2 y del 3. Aquello Allen no había visto en ninguna de las emboscadas que había sufrido tiempo atrás.

Unas cuantas explosiones. Los akumas mas alejados centraron su atención en él, rodeándolo como fieras, dispuestos a arremeter contra aquel exorcista. Clamando muerte. Demasiados.

-Mejor para mí -musitó sarcásticamente el chico. Su plan, de cierta forma había resultado. Era mejor que él fuese el blanco de todos los akumas, a que estos mismos se dispersaran y comenzasen a acribillar a los aldeanos que aún no encontraban refugio.- ¡Vengan! -exclamó, arremetiendo contra los mas cercanos que eran de nivel 1. Destruidos, dióse la pauta del comienzo de aquella avalancha.

Los Akuma no se hicieron esperar. El círculo de acecho se rompió, y todos aquellos seres mecánicos se avalanzaron contra el Pierrot de la Orden Oscura hasta lograr que este desapareciese de la vista de cualquiera.

La nube de bestias era impresionante. Allen ahora tenía mucho con lo qué lidiar...si es que quería sobrevivir...

-¿ah?~ vaya que son rápidos eso exorcistas... si Jasdevi se entera de lo aburrido que esta esto no me irá bien con ellos...-decía con un tono divertido a la vez que sonreía y baja del enorme árbol. Al tocar el suelo con sus pies miró al cielo y después "desapareció" en un instante para después estar entre la multitud, a decir verdad aquella velocidad suya le beneficiaba mucho. Se escondía entre la gente para poder apreciar los movimientos de los exorcistas más cerca.

Mucha gente se le quedaba viendo esperando a que la chica reaccionara o hiciera algo por la gente pero sólo se divertía viendo a los exorcistas y los akumas. Pero luego algo le borró la sonrisa, uno de los proyectiles de un akuma de primer nivel calló muy cerca de ella lo que hiso que se molestara.

-¡Tu! -alzó la voz- ¿cómo te atreves?... un poco más y me abrías hecho daño... -dicho esto el akuma responsable le miró y ella sonrió- ¡autodestrúyete!

Al cabo de unos cuantos segundos el akuma explotó cerca de donde estaba el albino. No le dio mucha importancia y comenzó a ver a los demás con aquella sonrisa que identifica a los Noé. Una larga, notoria y sádica sonrisa.

Alzó las manos al cielo y grito a los cuatro vientos

-ustedes, akumas inservibles... ¡DESTRUYANSE! ya no son necesarios. Sólo estorban.

Alrededor de 10 segundos pasaron cuando comenzaron a explotar todos los akumas restantes y aquella sólo se dispuso a reír sin parar. Aquellas risas se ahogaban con el sonido de las explosiones a su alrededor.

Justo cuando se disponía a atacar al resto de los akumas explotaron al frente suyo aunque alcanzó a reaccionar y ocultar su rostro debajo de sus brazos. Pasada la explosión bajó sus brazos lentamente y aquello que vio le sorprendió enormemente. Aquel cielo de colores azules oscuros que se había oscurecido gracias a la cantidad de akumas en él había vuelto a aquel color permitiendo así a que las estrellas se asomaran tímidamente.

El nipón dirigió su mirada a la Noé y otra a su compañero dándole a entender que había comprendido el mensaje de la chica. Ella sería su único oponente. Bajo del techo sobre el cual estaba para colocarse detrás de la chica en guardia.

Ciertamente le era difícil no estar dando palos de ciego, pero hacía lo que podía. En el medio de aquella nube de akuma que arremetía contra él, víctima de su propia estrategia, Allen destruía todo lo que podía de aquellos seres. Su espada no dejaba de blandirse de un lado hacia otro, así como la capa parecía una telaraña viviente que con cada extremo acuchillaba a las bestias que le esperaban en la retaguardia.

La riña de Reverie con el akuma despistado fue sorda a sus oídos, puesto que quedaba sofocada por los disparos y arremetidas de los enemigos que el exorcista tenía a su alrededor entero. Pero si vió como aquel que intentaba disculparse con la Noé se autodestruía por entre una abertura de la muralla viviente que le flanqueaba. Las lágrimas desesperadas de la alma inocente fue lo último que el chico supo de ella. A Allen se le encogió el estómago por unos instantes. Sólo el deber de tener que seguir con su faena en plan de supervivencia fue lo que le impidió gritar de cólera e impotencia. Otra esencia que no pudo salvar, ¿Hasta cuando seguirían jugando de esa cruel forma los Noé?

Pero oh... ese tan sólo era el abreboca.

-ustedes, akumas inservibles... ¡DESTRUYANSE! ya no son necesarios. Sólo estorban. -escuchó bramar la voz de Reverie-.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente por la impresión. ¿Acaso ella...?

-¡NO! -Chilló, ya fuera de sí. La sola idea de que TODAS aquellas almas fuesen consumidas por la materia oscura sin tener descanso eterno le sacudía la razón a Allen.- ¡NO LO PERMITIRÉ! ¡JAMÁS! ¡CROWN CLOWN!

Sin medir las consecuencias de sus actos, activó al máximo el potencial de su Inocencia. La capa del Payaso Coronado se extendió hacia todos lados, rodeada de un aurea verdosa que emanaba un temerario poder que en cualquier momento podría extinguirse. Al igual que la espada, que, cargada de energía, comenzaba a vibrar en el brazo diestro del Destructor del Tiempo. Allen tenía a su frente un centenar de Akuma. No podía perder el tiempo.

-¡¡CROSS GRAVE!! -la blandió una sola vez, y con esta fue suficiente para que una onda expansiva de Inocencia en forma de cruz arrasara con todos los akuma que tenía a su frente. Los que estaban a su espalda y costados fueron empalados por la capa.

Las explosiones no se hicieron esperar, siendo hechas de la mano del mismo exorcista. Todos los akuma que pisaban tierra en un radio de 1km quedaron devastados.

Pero entonces hubieron otras más, pasados 10 segundos, que inundaron el oscuro cielo de la noche con humo y desaliento. Allen, tal como estaba -jadeando por el esfuerzo y muy agotado-, abrió los ojos como platos en dirección al manto oscuro de la noche. Los akumas que estaban en el cielo -nivel uno, dos y tres- se destruían en secuencia, como si fuese una cadena. Todo aquel grotesco evento pasó frente a los ojos del chico, atónito y paralizado por el shock.

Cuando lo único que quedó fue la estela de humo propiciada por la destrucción, Allen los escuchó.

"Ayuda...ayuda...ayuda..."

"Auxilio, sálvenme... ayuda... ayuda"

"Por favor...alguien...."

Las almas partiendo a un oscuro lugar, gimiendo ayuda y salvación.

-No...no... -cayó de rodillas al suelo, mientras la energía de su propia arma anti-akuma comenzaba a minimizarse, debido al esfuerzo. La cabeza gacha, no dejaba entrever su mirada, sólo una sombra que cubría su rostro y la mano derecha tapando el ojo izquierdo, como si hubiese sufrido una grave herida en este. La voz quebrada, era lo único que mostraba su estado actual- Imposible...¿Por qué...?

Las risas de Reverie repercutieron por todo aquel lugar, haciendo eco en las paredes. Todo el pueblo quedó en silencio por unos instantes, donde solo se escuchaban aquellas carcajadas...

Ella, una sola Noé...novata...había causado todo eso...

Y él no había podido hacer mucho... no los pudo salvar a todos. Como siempre.

-¡REVERIE! -De un salto Allen ya estaba de pie, con su Payaso Coronado en alto. La espada ceñida fuertemente y el rostro lleno de ira y furia descontrolada. ¿Cómo podía existir alguien tan ruín en el mundo?

La cicatriz de su ojo izquierdo había cambiado por la fuerte impresión. El globo ocular desprendía lágrimas negras y la forma de la maldición era más abstracta y asentuada. Incluso parecía que podría tornarse en cualquier momento de color negro, como un tatuaje.

-¿¡COMO TE HAS ATREVIDO!? -exclamó el Exorcista Pierrot mientras que con la espada al frente se dirigía a arremeter contra la chica con fuerza inconsiente. La furia era de notarse en el timbre de su voz.- Jamás... ¡Jamás te lo perdonaré!

Y se avalanzó contra ella. Kanda estaba a la espalda de la Noé, también en guardia e impélido, pero eso Allen no lo notó. Su ojo derecho que yacía intacto, estaba fijo únicamente en Reverie, que había sido la causante de todo aquel desastre. ¿Dónde quedaba entonces la consideración que el albino tenía con ella anteriormente?

-uh...- al escuchar la voz desesperada del albino quien se dirigía hacia a ella rápidamente.

Saltó recogiendo sus piernas para luego caer de lleno en la espada que se clavaba en el suelo bruscamente. Pudiendo asi tomar el hombro del chico y llamarle al oido.

-No te enojes, o quedarás más blanco. - con una voz tranquila y una ligerísima sonrisa en su rostro retrocedió un poco, aún sobre la espada, mirando al albino.- esta espada tuya se parece a la de mi maestro...¿porqué te molestas si destruyo yo los akumas? será por que asi no pueden descansar en paz, o no...

Se puso en cunclillas mirando directamente a los ojos al albino. Nuevamente caminó hacia el albino rápidamente y tomó su mano derecha con fuerza al igual que su cuello y comenzo a forzarlo a caminar. Poco a poco fue absorviendo su energía, se detuvo. Le soltó de la mano y chasqueó los dedos y volvieron a aparecer otros akumas, esta vez sólo del nivel tres los cuales rodearon la zona donde estaban y volvió a tomar su mano.

-¿Podrán matar a estos exorcistas?- cuestionó sin dejar de mirar al albino y sin soltarlo, robando cada vez más cantidad de energía.

Sabía que no debía bajar la guardia pues detrás estaba el nipón que seguramente le atacaría.

-chih...- atónito por la reacción de su compañero y por la rapidez de la Noé permaneció detrás estudiando la situación.

Si seguía "perdiendo el tiempo" haciendo aquello el otro se quedaría casi muerto cosa que sabía no se lo perdonaría nadie y le fastidiarian seguramente el resto de su existencia no muy larga. Activó rápidamente su espada y se avalanzó hacia la noé quien estaba ocupada con el otro.

Ágilmente se fue quitando de encima a los akumas que se le acercaban para detenerle. Dejando explosiones por detrás suyo pudo llegar a donde la chica para golpearla y, seguramente, hacerle algún corte.

-Tú, enano sera mejor que te controles o terminarás muerto.

Molesto le gritó a su compañero esperando que se tranquilizara un poco.

Todas y cada una de las tranquilas e ingeniosas palabras de Reverie, no hacían más que hacer que la rabia que Allen tenía acumulada en su interior, comenzase a mermar lentamente, como una bestia al acecho. La expresión de ira aún se mantenía en su rostro, remarcada por la cicatriz en su ojo izquierdo que ahora se presentaba deforme y con subdivisiones abstractas que la hacían mas larga. De los lágrimales habían dejado de manar las negruscas gotas.

Pagaba por despistado, el fuerte agarre de la chica que comenzaba nuevamente a repetir la misma acción que había echo unas horas atrás. Nuevamente la desagradable sensación de que su fuerza cedía le recorrió el cuerpo de pies a cabeza.

-Ugh...

Pero la furia seguía allí, intacta, como un bloque que le impedía ver las cosas de otra manera que no fuese con un trasfondo borroso y lleno de impulsos por el mismo sentimiento.

La energía fluía, fluía y fluía...

-Tú, enano sera mejor que te controles o terminarás muerto. -le espetó Kanda con su natural tono malhumorado.

Allen enfocó su mirar con el ojo derecho (la vista del izquierdo, por más que intentase, no se volvía nítida) hacia Kanda, que de un momento a otro estaba más cerca de lo calculado. ¿En qué momento había destruído a los akuma?

-Y-ya lo sé -le respondió entrecortadamente, manteniendo a duras penas el tono serio y aún con dejes de cólera. Al menos empezaban a enfriársele los humos.- Pero...

Tomó con un firme pulso que ni el se creyó capaz de adoptar la muñeca con la cual Reverie le sostenía el cuello, simulando la misma que le sostenía su propia mano para que así sus esfuerzos no fuesen en vano. Su brazo comenzó a vibrar por el agotamiento y el impulso que ponía.

-Pero yo...

Luz verde esperanza es la que comienza a emanar del cuerpo del albino, proveniente de la capa del Payaso Coronado, su inocencia. Atrás de Reverie, la espada que se había quedado rezagada también destelleaba energía, vibrando levemente.

-¡Crown Clown! -bramó, y la Garra de la Destrucción acudió a él como misil, invocado por su acomodador. En el rápido transcurso del viaje, la espada intencionalmente le atravesó la mano que sostenía la muñeca de Allen a Reverie, formándose casi instantáneamente una cruz blanca en la extremidad, siendo la Inocencia que hería el Noé interior de la chica.

En ese momento de impresión, aprovechó para zafarse del agarre en uso de las fuerzas que aún tenía retenida, aprovechando la adrenalina que le causaba la furia y acción para así emplear adecuadamente su poder. Retrocedió, y tomó su espada que le seguía fielmente, blandiéndola rápida y ágilmente y apuntar a Reverie. Las piernas, imperceptiblemente le temblaban por el esfuerzo, pero él no le dió mucha importancia.

-Owari da* Reverie -sentenció el albino.

Sus emociones pedían a gritos que la exterminase con la garra, pero él, sobrepuso por encima de todo su deber, que era el de salvar a todas las almas errantes.

Y así sería. Hasta el último paso en su propio camino.

[Off: *Owari da = "Se acabó", para mayores aclaraciones].

Alcanzó una vez más a llamar a unos pocos akumas antes de recibir aquel ataque de parte del albino.

Algunos akumas de nivel tres que quedaban por ahí se acercaron a la Noé quien tenía la vista perdida allí de pie. El dolor de aquel ataque era tanto que ni siquiera le salía la voz para quejarse. Y comenzaron asi a salir lágrimas mientras ella seguía de pie. Los akumas estaban a unos cuantos metros de la chica esperando alguna orden o algo parecido.

Calló al suelo de rodillas coon la cabeza baja aún sin decir nada. Gracias a la energía que les había robado podía resistir un poco conciente. Se le entrecortaba la respiración, todo gracias a un pequeño descuido de su parte. Desde ahora tomaría más enserio a los exorcistas. Volteó la mirada a un akuma de nivel dos el cual se le acercó de inmediato.

-Le llevaremos con el Conde ahora mismo.

La chica asintió.

Se levanto ayudada por algunos akumas que la llevaron hacia su mansión. En la cual estaba una puerta que se dirigía al Arca negra.
Mientras, en aquel lugar permanecían varios akumas de tercer nivel.

-Malditos exorcistas...

» Allen Walker - Exorcista