.::En medio de Las llamas - El Despertar del odio::.

...Cerro los ojos para disipar su mente, su cuerpo delgado a penas cubierto por el camison blanco y algunas sabanas le permitían mantener un poco el calor en aquella fría habitación. La oscuridad en el cuarto reinaba y a su lado en una pequeña mesa lo único que transmitía luz era una vieja y gastada vela que no daba signos de poder continuar encendida.

Mantenía la espalda recostada contra la cabecera de la cama, las rodillas juntas a su pecho le daban una apariencia casi fragil, su frente cubierta por una venda que apenas y se notaba debajo del cabello que cubría parte de su rostro.

A pesar de la densa oscuridad pudo ver claramente frente a ella en la pared un cristo de madera; su mirada de por si fría cambio a una de claro odio. Lo odiaba, detestaba a ese dios y lo culpaba por estar en ese momento encerrada como un animal. Los estigmas en su frente volvieron a sangrar manchando la venda.
Recordo a su madre y padre, a las monjas del convento y claramente sintió como su odio hacia ellos regresaba, como un cancer que la consumía desde dentro.

Mordió su labio inferior a tal punto que sintió el sabor metalico de la sangre, sin llegar a notarlo la vela a su lado que había estado a segundos de apagarse, recobro fuerza y cada vez más su llama creacía.
Sintió el calor abrazador del fuego en cuanto la llama de la vela había sido tan extensa que consumió la pequeña mesa donde estaba. Del odio paso al miedo en cuanto vio el inminente incendio; de un salto bajo de la cama y su mirada recorrió el cuarto en busca de una salida inexistente, de nuevo sus violaceos ojos chocaron contra la imagen del cristo y lo odio con toda su fuerza por lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Lo que comenzo como un pequeño incendio comenzo a espandirse y de las llamas comenzaron a verse algunas vagas figuras amorfas, completandose la una a la otra formaron la figura de cinco lobos de un tamaño anormal, iniciaron de una tonalidad anaranjada con rojo para luego tornarse negra. Aquellas criaturas por unos breves segundos estuvieron mirando la figura de su "invocadora".

Celes, se mantuvo estatica pegada a una de las paredes del cuarto, vio como dos de los lobos saltaban por la ventana sellada rompiendo los cristales. El marco de madera fue en vuelto casi al instante por las llamas, mientras los tres lobos restantes con gran velocidad atravesaron la puerta de madera que no tardo en consumirse.

Se dejo caer por la pared, quedando sentada en el piso, sintió el calor abrazador del fuego pero no le molesto ni tampoco llego a lastimarla; por el contrario lo sintió calido incluso reconfortante. Desde su lugar puco escuchar claramente los gritos aterrados de las monjas; una sonrisa retorcida se formo en su rostro al darse cuenta del pánico que aquellas criaturas nacidas del fuego y su odio provocaban.

Solto una risa divertida y se dejo abrigar por el calor del fuego, después de todo no la lastimaba, no tenía entonces motivos para temer en aquel momento...

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En el exterior del convento, las llamas consumían parte de este aun sin llegar a envolverlo por completo...

Se encontraba perdida en sus pensamientos, concentrada en la calidez que el calor de las llamas le probocaba. Tan ensimismada se encontraba en su propio mundo que en cuanto sus ojos percivieron el destello prupura y luego al rectangulo que este mismo formo, no pudo más que sorprenderse.

Enarco una ceja en cuanto vio salir por este a ambos gemelos, a pesar de su semblante serio interior mente sonrio divertida ante las palabras del rubio y aun más ante la comparación de su cuarto con el infierno.

Aquella diversión no fue algo que le durara mucho pues en cuanto las llamas que recubrian el cuarto fueron apagadas sintio molestia y algo de rabia, más a un en cuanto uno de los gemelos se dirigió a ella y le llamo "hermana", algo dentro suyo se removio con incistencia... ¿que era?, no lo sabía pero era un sentimiento no incomodo pero intrigante.

-Herma...no... -Susurro apenas audible, fue un impulso que le provoco aquel mismo sentimiento.

Con la mirada fija en ambos hermanos se levanto de donde estaba, era notable que el incendio que ella misma había ocacionado no le había provocado daño alguno. Con paso silencioso por sus pies descalos se acerco a los gemelos mirandoles sin tanta frialdad como acostumbraba.

-¿Quienes son?...

-Celes... -Contesto simple y con su permanente seriedad, no tenía intensiones de decir su apellido, si después de todo lo detestaba tanto como a quienes se lo dieron.

Con la presentación de los gemelos mostro una pequeña casi impersectible sonrisa, internamente se pregunto porque lo hacia; de nuevo había tenido ese impulso pero se aseguraría de no hacerlo de nuevo.

Desde el exterior del cuarto, pudo escuchar un ruido seco semejante al que produce un objeto al caer al suelo. Al virarse pudo ver en el suelo e cuerpo calsinado de una de las monjas del convento.

Su expresión no cambio, no sonrió satisfecha ni sintió culpa; más en el momento en que uno de los lobos entro al cuarto mostro clara confusión y como acto reflejo llevo sus manos a su rostro quitandose la venda que cubria los estigmas que hace poco habían dejado de sangrar.

-¿Qué es lo que soy? -Al preguntar miro de nuevo a Jasdevi, ahora con el lobo de fuego negro a su lado sintió de nuevo la calides que le transmitía el calor abrazador de este.

Por un momeno se sintió incomoda, pues era la primer vez desde hace tiempo que alguien la tomaba de aquel modo fraternal, pero la incomodida paso rápido.

Miro a los gemelos primero a Devitt y luego a Jasdero, diciendo con la mirada claramente un "estan locos o que?", pero se lo penso mejor por un momento. Si bien lo que le decían era descabellado no tenía otra esplicación más razonable para todo lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Interrumpió sus cavilación en cuanto recordo el estado del convento...

-El convento no soportara más... -Hablo más para si que para los gemelos, pero aun así ella no quería irse, no todavía.

Con cuidado se libero del hagarre en el que la tenían sometida Jasdevi, se acerco a lo que quedaba de la ventana y desde esta pudo divisar claramente algunas casas entre las cuales se encontraba la de sus padres.

Afilo la mirada, antes de irse de ese lugar deseaba ver toda esa pequeña ciudad reducida a las cenizas. Cumpliendo sus deseos del fuego de la planta baja del convento un gran grupo de aquellos lobos llameantes tan negros como la noche emprendieron un rápdio camino, recorriendo las calles encendiendo las llamas ante el simple roce de su tacto con los objetos y el escandalo que provocaba el pánico no se hizo de esperar.

Por primera y seguramente ultima vez en ese día, se permitió sonreir ante la visión de la ciudad ardiente, observando con satisfacción como las llamas lo consumían con gran rápidez.

Se permitió a si misma dejar salir una carcajada silenciosa a la par con los gemelos, permaneciendo en silencio atenta a las palabras que le decían.

-Vamos... -Con un leve asentimiento dio firmeza a sus palabras. Por ultima vez fijo su violacea mirada en la ciudad, sus ojos se concentraron en el lugar donde se encontraba la casa de sus padres; conocía bien las costumbres sabía que para ese momento estarían encerrados bajo llave.

Se aparto de la ventana dandole la espalda, justo en el momento en que aquel punto al que estuvo mirando relucía envuelto en el fuego más denso a comparación del resto de la ciudad.

Sintió el calor bajo sus pies descalsos, ese día se había comportado demasiado impulsiva incluso para su gusto demostrandose este hecho asi misma en el momento en que se paso sus brazos por el de los gemelos tomandolos de gancho cada uno a un lado diferente en un jesto fraternal como bien podría hacerlo la hermana menor hacia sus hermanos mayores.